Si un soldado quiere matarte, no protestes

Con nueve años, Bronislaw Zajbert no tenía un juguete para entretenerse y debía trabajar para sobrevivir. Cada mañana sus padres le hacían un recordatorio: “Si un soldado te agarra en la calle y quiere matarte, no tienes derecho a reclamar o protestar”. La vida del joven polaco cambió drásticamente desde los primeros días de septiembre de 1939, cuando el ejército nazi invadió la ciudad de Lodz. “En un inicio nos quedamos ahí sin problema, pero en los siguientes días [los nazis] ponen leyes contra la población judía; una de estas es que todos debíamos trasladarnos a un gueto rodeado de alambres con púas”, relata Bronislaw en la Ciudad de México, donde hoy reside. El gueto, donde se estima que más de 200 mil judíos habrían sido encerrados, se constituyó en una de las zonas más pobres de Lodz. Ahí se crearon fábricas y compañías dedicadas a la construcción de muebles y textiles, con jornadas laborales de hasta 12 horas al día. Bronislaw recuerda el miedo constante que se vivía en ese espacio, especialmente cuand