Silencios

Hay silencios que marcan. Silencios que ponen la piel de gallina. Silencios que preceden el anuncio de una mala noticia. Silencios que convocan y silencios que destrozan. Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio, decía el poeta Mario Benedetti.  La ceremonia del grito de este 2020 sucedió en una plaza vacía, sumergida en la oscuridad de las voces que no están. Un silencio a la vez estremecedor y necesario.  El silencio evoca el duelo por los más de 70 mil muertos que ha dejado la pandemia en México. El de los más de 12 millones de desempleados que no están en el guión oficial de programas sociales. El de mil 320 médicos, enfermeras y personal de salud para quienes no hay una política que garantice condiciones seguras de trabajo. La tasa de mortalidad más alta del mundo en el sector médico, según Amnistía Internacional. Ahí están los verdaderos héroes que nos dan patria.   Hay, en contraste, silencios que indignan. Que son ominosos. Son los silencios patriarcales que niegan la desigualdad entre muje