Tu voz cuenta

Cuando se hace un análisis retrospectivo de las reformas electorales en México, se observa que siempre se dieron en contextos de crisis políticas, déficits de legitimidad o fuertes demandas ciudadanas. La de 1977 abrió la puerta al pluralismo político y permitió que nuevas fuerzas tuvieran representación; en 1990 nació el entonces Instituto Federal Electoral y el Tribunal Federal Electoral (Trife), para garantizar un árbitro independiente en las elecciones frente al Poder Ejecutivo, luego, en 1996 se consolidó su autonomía; en 2007 se reguló la relación entre partidos y medios de comunicación y en 2014 se creó el Instituto Nacional Electoral y se impulsó la paridad de género. Cada una de estas reformas respondió a coyunturas específicas y, en muchos casos, a soluciones parciales. Fueron diseñadas por la partidocracia, las élites académicas o los medios corporativos de comunicación, sin una verdadera participación directa de la sociedad. Hay que recordar que en aquellos años no existían las redes sociales, hoy