Un arancel sin sentido

Para quienes están convencidos de las bondades del libre comercio pocos aranceles tienen sentido. Los aranceles son impuestos indirectos que se imponen a bienes comerciables con el propósito principal de proteger a diferentes sectores de la industria local. Por más abiertas que se consideren las economías, es común el interés de proteger a ciertas industrias de la competencia abrupta que puede darse en un proceso de apertura. Los aranceles, que usualmente tienen un objetivo recaudatorio además de uno proteccionista, gravan las importaciones. Poniendo un impuesto al bien importado, éste se hace más caro y así —en teoría— se protege a la industria que produce localmente ese bien o un sustituto. Son más raros los aranceles a las exportaciones. Estos impuestos tienen como propósito encarecer la salida de un bien de un país —para garantizar su permanencia en el territorio nacional y abaratar el bien en cuestión porque toda la oferta se quedaría en el país. La semana pasada, se publicó un decreto que impone un ar