Familia “aplastada” emocionalmente

Una mujer llora la pérdida de su local, pues eso implica perder la única fuente de ingresos que ella y su hija discapacitada tienen. Dos nietos que dependen económicamente de las mujeres desamparadas, también sufren las consecuencias. Todos podemos ayudar a la familia en apuros. Martha Vázquez León, de 62 años de edad, llora desconsolada. Da de vueltas alrededor de lo que fuera su local de comidas. Mientras en lo alto del árbol de flamboyant, un elemento de Protección Civil Municipal hace rugir el motor de la motosierra. Uno de los dos árboles sembrados a la vera del camino en el libramiento Sur, frente a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, se arrancó de raíz. Se pudrió en la base y más de 300 kilos cayeron sobre el local de lámina. Ese local fue construido desde hace más de 27 años, cuando Martha llegó a vender comida a los policías estatales. Eran buenos tiempos. Ahora “ya casi no hay venta, ha bajado mucho el negocio, apenas me da para la comida”, dice Martha mientras mira su local destrozad