Gloria vive un “infierno”

Al joven padre no le importa que la gente a su alrededor y que el policía privado del Hospital Pediátrico lo vean llorar. Llora hasta estremecerse de pies a cabeza, literalmente. Antonio está desesperado y no esconde su pesar, su angustia. Su hija Gloria Margarita, de 13 años, requiere urgentemente de plaquetas y unidades de sangre para seguir con vida. Su voz con acento indígena suena triste, angustiada, a través del teléfono. Luego al charlar en persona con él, la sombra del dolor se detiene sobre su mirada y sus ojos enrojecen. Las lágrimas asoman abundantes como intentado lavar el alma atribulada de Antonio López Hernández. Cuando su bebé nació hace 13 años, un 1 de abril del 2005, Antonio fue el hombre más feliz de la tierra. A su pequeña la registró con el nombre de Gloria Margarita López Ruiz. Gloria “creció normal, estudiaba y jugaba como todos”, cuenta el padre. La menor comenzó a ponerse mal a los 12 años, justo cuando salió de sexto grado e ingresó a la secundaria. “Iba bien, en primer lugar, pur