Keila desea recuperar la salud y la sonrisa

Su padre trabaja día y noche para poder pagar el costoso tratamiento de la pequeña Keila, quien tiene un diminuto orificio en el cerebro, el cual le desencadena crisis convulsiva esporádicamente. Su madre no puede trabajar por cuidar de ella y de su hermanita. La familia solicita ayuda a quien pueda donar ya sea en efectivo o la medicina que la menor requiere. La voz de Surley se oye firme por el auricular del teléfono. Por ratos se quiebra un poco, pero ha salido fortalecida de cada prueba. Keila llegó a su hogar hace ocho años. Desde los cuatro meses de edad le detectaron un problema en el cerebro. “Tiene un pequeño orificio”, dice Surley. Los doctores le advirtieron que en cualquier momento llegaría la crisis, y lo temido ocurrió. Desde los cinco años Keila comenzó a padecer epilepsia generalizada que le produce déficit cognitivo. Desde muy pequeña comenzó con tratamiento permanente de Keppra y Frisium. “Sólo tenemos Seguro Popular, me dan la consulta gratis, pero los medicamentos no los tienen y debemos