Madre e hijo unidos por el dolor

Su mirada denota tristeza, pero no desesperanza. Le falta todo en su humilde casa con paredes de madera y piso de tierra. Incluso le falta la salud a ella y su hijo, pero se aferran a la vida. Ambos necesitan ayuda. Podemos ser ese canal de luz para alumbrar su tétrica existencia. La noche pasó ya y salió el sol ¡Que bueno! Porque durante la madrugada se cuela el viento frío entre las rendijas de la pared de madera. Es que las tablas deformes lo permiten. Petrona Luna Entzin sale de su humilde casa. También su hijo Mincho Méndez Luna, de 28 años. Ambos son ayudados por Gerardo Méndez. El joven se sienta sobre una silla vieja, herrumbrada. La amorosa madre le coloca unas almohadas en el respaldo, ella se sienta en el suelo. Mincho calza unas sandalias de hule, mientras que Petrona está descalza. Las dos manos del joven lucen cerradas, no tiene movilidad. Petrona explica que es a causa de un tumor cerebral. Así, el joven luce una barba sin rasurar, delgado, demacrado. Petrona viste una falda azul y una player