Diversos estudios han comprobado que la agricultura de conservación trae varios beneficios para los suelos, como el aumento de la rentabilidad de los cultivos, reducción de costos, aumenta la infiltración del agua para regiones de riego con un ahorro del 40 % de agua, disminución del tiempo de trabajo, entre otros.
También es importante el mejoramiento y la reducción de la erosión de los suelos, aumentando la materia orgánica y beneficiando al medio ambiente, ya que hay menor emisión de contaminantes y menor infestación de malezas.
Rubén de la Piedra Constantino, técnico certificado en agricultura sustentable por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt) y colaborador del mismo en la región Trópico Bajo de Chiapas, comentó que técnicos certificados han impulsado desde hace varios años lo que se conoce como sistema de producción agricultura de conservación.
Este se basa principalmente en tres principios fundamentales: cobertura de suelo, movimiento mínimo del suelo y diversificación de cultivos; se promueve como la base de sistemas de producción sustentables para erradicar la agricultura convencional.
Explicó que una de las bases de la agricultura de conservación es que los componentes de tecnología adecuados deben ser desarrollados para cada sistema de producción. Se debe considerar las variedades adecuadas a sembrar, control de malezas, manejo de nutrientes, manejo de agua, de plagas y enfermedades, y otros factores relevantes.
Mencionó que, como parte del impulso de este sistema de producción, el HUB Chiapas del Cimmyt ha venido trabajando en la campaña “Chiapas no quema”, la cual busca que los productores hagan conciencia y eviten en lo mayor posible las quemas para limpiar sus parcelas, aprovechando mejor el rastrojo.
Para la implementación del sistema de agricultura de conservación es muy importante hacer un diagnóstico con enfoque sistémico, partiendo de la parcela de agricultura convencional. Si no se detectan problemas, se pasa directamente al sistema y todos sus principios, aunque generalmente siempre hay problemas, como acidez, erosión, compactación, maquinaria, malezas perennes, prácticas de cultivos y disponibilidad de rastrojo.
Cuando existe este tipo de problemas se realiza lo que se conoce como parcela en año cero, que se trata primero de resolver cada factor identificado, para después pasar a la agricultura de conservación, de forma que se puedan obtener los resultados esperados; si no hay un diagnóstico y hay problemas en los suelos sin atender, el productor piensa que no funciona.