El incremento de precios de alimentos y productos básicos reduce el poder adquisitivo de las familias mexicanas, por lo que estas ya adoptaron nuevos patrones de consumo, afirmó el socio director de Información Sistematizada de Canales y Mercados (Iscam), Rolando Contreras.
Este “comportamiento de crisis” consiste en alimentarse con más carbohidratos y menos proteínas, dijo, pero el problema es que eso genera enfermedades como diabetes e hipertensión que, a largo plazo, será más costoso atender.
“Ya se está viendo un comportamiento de crisis, lo que nos ha llevado a que el consumidor se acerca a tiendas de la localidad y empieza comprar en menor cantidad, pero aumentan la frecuencia”, explicó a El Universal.
“Compran al día los faltantes que tienen en casa. Compran lo que les quita el hambre y baja la cantidad de proteínas que consumen”.
Por ejemplo, sube el consumo de galletas, aceites, mayonesas, harinas, sopas instantáneas, pastas, panadería y chiles en conserva. Al mismo tiempo, baja el consumo de café, leche en polvo, consomé, leches evaporadas y condensadas, expuso.
“Estamos sufriendo un periodo inflacionario importante”, dijo Contreras. En marzo pasado el crecimiento de precios dentro del canasto de abarrotes fue de 10.1 %, expuso.
Para poder pagar sus alimentos y abarrotes, la gente ya no va a restaurantes, al cine, ni realiza actividades que reduzcan sus ingresos, con la finalidad de destinar esos recursos a la adquisición de comida.
Otro comportamiento que también se da es que van a comercios cercanos, tiendas de autoservicio o tienditas de la esquina, sólo por el producto que ya no tienen.
Los consumidores tampoco gastan en desplazarse para hacer compras en tiendas lejanas ni se exponen a gastos de impulso. “Compran presentaciones pequeñas de productos para cuidar su gasto”, expuso.