Desconectados de la realidad

La mayoría de los políticos se enfrenta a tres realidades: una realidad objetiva, otra subjetiva también llamada “percepción” y otra muy distinta que podríamos llamar “fantasiosa” y que sólo está en la cabeza de muchos funcionarios públicos.

Quienes están ostentando un cargo público el día de hoy y aspiran a otro en fechas próximas, deberán de diseñar estrategias inteligentes y viables en su futuro inmediato o, de lo contrario, con toda seguridad habremos de ver a muchos descalabrados después de la jornada electoral del 1 de julio próximo.

Eso ocurre en todos, creo yo, de alguna manera y con sus matices pero afecta de manera más recurrente a los presidentes municipales por las siguientes razones: por estar más cerca de los ciudadanos, porque éstos tienen la posibilidad de localizarlos y plantearles de frente una problemática de servicios públicos que afectan su vida diaria y porque son los más rústicos e improvisados a la hora de ejercer el poder político que ostentan y a la hora de enfrentar futuros proyectos.

Y aquí hay que echar mano de la teoría de los estudiosos de la sociología, como Peter L. Berger (austricaco) y Thomas Luckmann (alemán).

Ellos plantean que todo aquello que cuenta con una existencia verdadera y auténtica forma parte de la realidad.

Es importante entender, apuntan, la diferencia entre la realidad objetiva: aquella que existe independiente del observador y la realidad subjetiva: aquella “construida” de acuerdo con la perspectiva individual.

Realidad objetiva

Para el caso que estoy exponiendo en este texto, la expresión de las tres realidades la he usado como una referencia para ubicar escenarios que están sucediendo alrededor de los políticos, pero si somos conscientes y ponemos a trabajar a nuestros cinco sentidos en forma simultánea y simple, habremos de encontrarnos que sólo cuenta una realidad: la realidad objetiva, la que está viviendo la inmensa mayoría de los ciudadanos a diario, la única: sus bolsillos. O están semivacíos o están completamente vacíos.

Es la que transcurre en el tiempo en forma material y palpable. Hay otros aspectos de esa realidad como el desempleo constante y creciente, hay inseguridad en las calles, muchísimas calles están destrozadas y pocas son aquellas bien pavimentadas y transitables, el agua potable es escasa o inexistente en muchos lugares, policías municipales y de vialidad tratando de exprimir los bolsillos de automovilistas que comenten alguna infracción administrativa, como pasarse un semáforo en rojo, causar un accidente vial por imprudencia, es deficiente el alumbrado público, hay anarquía en todos lados porque los automovilistas hacen lo que quieren en las calles, muchos funcionarios públicos son pedantes, groseros y altaneros. Son cualquier otra cosa, menos “servidores públicos”, etcétera, etcétera, etcétera. Para efectos prácticos, esa es la única realidad que cuenta entre los ciudadanos.

La realidad subjetiva

Como ya expuse antes y con la ayuda de pensadores universales, la realidad objetiva es aquella que existe independiente del observador y la realidad subjetiva: aquella “construida” de acuerdo con la perspectiva individual.

Vamos con la segunda. Entra en el terreno de la “percepción” que es definida de manera simple como: el primer conocimiento de una cosa por medio de las impresiones que comunican los sentidos.

Desafortunadamente, por tantos políticos engañosos, de todos los partidos y colores, que han mentido a la sociedad de manera tan descarada, que ha agraviado a la sociedad de una manera tan cruel y a veces hasta inhumana, hoy en México hay una percepción distorsionada de la realidad de manera tal que la gente ya no le importa, no ve, las cosas buenas que hacen sus gobernantes. Sólo ven lo malo.

Y en ese punto los gobernantes no han hecho una labor eficiente para trasladar a la realidad objetiva todo aquello que han hecho bien o que simplemente han hecho.

Así que por muchas cosas que se hayan hecho bien en el gobierno federal, gobiernos estatales y municipales, la gente ha metido a todos los políticos en un mismo costal: todos son malos, corruptos y convenencieros, piensa la inmensa mayoría de la gente.

Son muy fregones, dicen

Ésta última les dice a cada instante y todos los días que ellos son casi dioses, que están haciendo muy bien las cosas, que la gente los quiere muchísimo y que –con toda certeza lo afirman- van a gozar con la mayoría de las simpatías electorales en el cargo que ellos busquen en comicios venideros.

Con eso estoy siendo mesurado porque he escuchado a algunos decir que no sólo ganarán, con mucha facilidad, un nuevo puesto de elección popular o una reelección sino que “van a arrasar” en la competencia que ellos elijan.

Las tres son realmente importantes para ellos, a tiempo pasado. Porque todos, los de este sexenio y los de este trienio según corresponda, han traspasado el umbral de lo posible. El tiempo les ha ganado la batalla. Todo lo que deseen hacer hoy para remontar su poca, escasa o nula credibilidad, ya no lo podrán hacer a estas altura.

Y si van a una contienda con sólo la idea de que son muy fregones para ganar una elección, insisto, estaremos a punto de ver muchos descalabrados en forma política.

De boca en boca

Es un acto simbólico que pareciera simple pero es una forma de participar en las tradiciones decembrinas mundiales y para iniciar una colecta anual de juguetes. El primer día, fueron recaudados ocho mil juguetes. En los recientes ocho años, la dependencia ha recaudado más de 35 mil juguetes y han sido entregados en albergues. El Fiscal General de Chiapas, Raciel López Salazar, encabezó este fin de semana, el acto de encendido del árbol de Navidad en el patio central de esa dependencia y allí inició la colecta anual de juguetes que serán entregados a final de mes en los sitios mencionados.

alexmoguels@hotmail.com