En el Bar Ahúnda el avieso galán le preguntó a su pizpireta compañera: “¿Cuántas copas se necesitan para ponerte beoda?”. Respondió ella: “Con tres tengo. Pero no me llamo Beoda”. (No le entendí). El proctólogo le dijo a la esposa de su paciente: “No me gusta nada el aspecto de su marido”. “Bueno, doctor -adujo la señora-. Usted no le ve su mejor ángulo”. Aquellos novios acordaron que no se casarían sino hasta que él reuniera 500 mil pesos para los gastos de la boda. Pasados unos meses del acuerdo fueron una noche al Ensalivadero, lugar propicio a expansiones pasionales por su alejamiento de la mancha urbana y la propicia oscuridad. Ahí se entregaron a los deleitosos escarceos del amor. En medio de los divertimientos ella le preguntó acezando con agitación: “¿Cuánto dinero has juntado, Leovigildo?”. Contestó él respirando igualmente excitado: “400 pesos”. “Casémonos -decretó ella. -. Después de todo ya no te falta tanto para completar la cantidad”. A nadie convencieron las razones que expuso Dante Delgado a fin de explicar los motivos por los cuales su partido, el MC, irá solo en la elección del próximo año. Mejor que nadie sabe él que ninguna posibilidad tiene de ganar el apoyo popular en ese proceso, y menos si presenta a un candidato como Samuel García, gobernador de Nuevo León, a quien nadie conoce más allá de los límites de la entidad que con tan poca fortuna ha gobernado. Grave error cometería el joven político si actúa como el ya olvidado Bronco, quien abandonó su cargo para lanzarse a una inútil aventura donde no logró hacer más que el ridículo. El dirigente del MC está dando la impresión de ser un alfil de AMLO para quitarle votos a la oposición. Ciertamente la política es arte de do ut des, te doy para que me des, pero tales transacciones -transas se llaman por acá- deben tender al bien comunitario, no al interés partidista o personal. En este caso el partido anaranjado se está pintando de verde. ¿Llegará a ser lo mismo que el falso partido del tucán, un pájaro de cuenta dispuesto siempre a vender caro su amor? Más puesto en la razón, el buen sentido y la ética política estuvo Enrique Alfaro, quien oportunamente se deslindó de los manipuleos de Delgado. Aún puede el líder emecista corregir el rumbo. Más vale abstenerse que perderse. Se llamaba Venusina, y era la mujer más hermosa de aquel pueblo. Para describir su belleza sería menester una pluma mejor que la claudicante mía, que a cada paso tropieza, trastabilla y cae. Imaginen, empero, mis lectores una combinación de Sophia Loren con Elizabeth Taylor. Marilyn Monroe y Gina Lollobrigida y tendrán una idea aproximada, si no a completitud, de Venusina. Cierta mañana un individuo fue a confesarse con el padre Arsilio. Le dijo: “Acúsome, padre, de que anoche hice el amor con Venusina”. De inmediato le hizo saber el sacerdote: “No podré darte la absolución”. “¿Por qué, señor cura?” -se azaró el penitente. Replicó el confesor: “Porque tengo la seguridad de que no estás arrepentido”. Lady Loosebloomers fue a las carreras de caballos de Ascot y ahí se conchabó con un jockey que, al igual que sus compañeros de oficio, era pequeñito: apenas levantaba unos cuantos palmos del suelo. Con el tal jockey estaba refocilándose la dama cuando lord Feebledick acertó a entrar en la alcoba. Al ver a su señora en semejante trance milord no perdió la tradicional flema británica. Calmosamente le dijo a su mujer: “Eres una infiel”. “Medio infiel nada más -ripostó ella-. Te pido que repares en la estatura del señor”. FIN.

Mirador

Por Armando FUENTES AGUIRRE.

Te soñé la otra noche.

En el sueño tú eras la que fuiste y yo el que fui.

En el sueño era el amor que fue.

El amor que fuimos.

Ahora espero la llegada de la noche para esperar la llegada del sueño.

Si no llega, si con él no llegas tú, doy la noche por perdida, y por perdido me doy yo.

Dime qué debo hacer, amada, para soñarte o para que me sueñes tú.

Siempre supiste más de lo que sé; siempre fuiste más de lo que soy. Ahora sabes del sueño más que yo, y sabes de la noche lo que yo sé.

Haz que llegue la noche.

Haz que llegue el sueño.

Ven.

¡Hasta mañana!...

Manganitas

Por AFA.

“. Demasiado sexo en las películas.”.

Si vas al cine verás

que el sexo, en efecto, se halla

con exceso en la pantalla

(pero en las butacas más).