La recién casada pasó la luna de miel en un hotel de playa. Sus amigas quisieron saber: “Tu habitación ¿tenía vista al mar?”. “No —respondió la desposada—. Tenía únicamente vista al techo”. (Nota: al parecer el novio conocía sólo la tradicional, puritana y ortodoxa posición llamada “del misionero”). Un sujeto comentó en el Bar Ahúnda: “Siempre llego a mi casa a las 11 y pico de la noche”. La sugirió uno de sus compañeros de mesa: “Procura llegar antes, porque he sabido que tu compadre Pitorro llega a tu casa a las 9 y pica”. A don Feblicio le extrajeron el apéndice. Tras de la intervención habló con el cirujano. “Doctor: después de la operación ¿podré volver a follar?”. “Claro que sí” —sonrió el facultativo—. “Qué bueno —se alegró el añoso señor—. Porque antes ya no podía”. Babalucas regresó de un viaje a Suiza. Alguien le preguntó: “¿Tuviste ocasión de contemplar el majestuoso paisaje alpino?”. Respondió el badulaque: “No pude verlo. Había demasiadas montañas”. “Como si fuera un calcetín”. Canción de rompe y rasga es esa, popularizada por Astrid Hadad. Yo la oí por primera vez en labios de Jorge Martínez Herrera, amigo inolvidable que conocía la letra y la música de la vida. Dolora y reproche al mismo tiempo, dicha tonada arrabalera es queja de quien sufre indiferencias y desdén. En igual forma, como si fuera un calcetín, trata el soberbio Trump a López Obrador, quien abdicó de su dignidad, y puso en entredicho la de nuestro país, al mostrarse sumiso y obsequioso frente al inmoral magnate. Ahora el anuncio que hace éste en el sentido de que no dará ni 10 centavos a México, después de que AMLO pidió 20 mil millones de dólares a Estados Unidos para atender el creciente problema de la migración, es palpable muestra de desprecio a aquel que en repetidas ocasiones se le sometió. No ha respondido López a la insolente declaración del barbaján. Ante sus farfantonadas ha callado, medroso y encogido, cuando tan boquiflojo es para agraviar a los mexicanos que le señalan sus errores. A ellos AMLO les lanza rayos y centellas como si fuera Júpiter, y Trump lo trata a él como si fuera un calcetín. Qué pena. El padre Arsilio amonestaba a Loretela, dadivosa mujer que a ningún hombre negaba nunca el agua de su fuente, malaventura que sufrió el gran trovero yucateco don Pastor Cervera. Le afeó don Arsilio a la alegrosa chica: “Te acuestas con el primer hombre que ves”. “Señor cura —adujo ella—. No hago más que imitar la conducta de nuestra madre Eva”. Empédocles Etílez, ebrio consuetudinario, le hizo una formal promesa a su abnegada esposa: “No volveré a beber, Gemilia. A partir de mañana seré otro hombre”. Al día siguiente, sin embargo, llegó en horas de la madrugada más borracho que Noé cuando descubrió el vino, que tanto bien y tanto mal hace al humano género. Manteniendo el equilibrio a duras penas el temulento le informó a su mujer. “Con la novedad, viejita, de que al otro hombre también le gusta la peda”. (Eso de “la peda” es variante mexicana de la palabra “pea”, que la docta casa, o sea la Academia de la Lengua, define como borrachera o embriaguez). Pepetl es el antecesor azteca de Pepito. En el calmecac (escuela) el maestro les dictaba a los alumnos, que con martillo y punzón grababan el dictado en piedra. Les dictó: “Moctezuma es nuestro emperador”. Pepetl grabó la efigie del soberano. Continuó el maestro: “Posee grandes riquezas”. Pepetl puso en la piedra imágenes de joyas, oro, jade, pedrería y plumas de quetzal. Añadió el profesor: “Es hombre valiente”. Pepetl levantó la mano. “Maestro —preguntó—: ‘Hombre valiente’ ¿se escribe con tres güevos o con cuatro?”. FIN.

Mirador

Por Armando Fuentes Aguirre

Este amigo mío con el que bebo la copa —varias— los martes por la noche no cree en la existencia del demonio. Dice:

-Si Dios está en el cielo, en la tierra y en todo lugar, no queda entonces sitio para el diablo. Imposible que haya dos fuerzas que luchan entre sí, igual que en las batallas de los hombres. No existe el mal, porque eso negaría la omnipresencia, la omnipotencia y el infinito amor de Dios. Lo que llamamos el mal es ausencia del bien. El Padre pone el bien en todos, y algunos de sus hijos lo rechazan. Si hay hombres malos —y malas mujeres también ¡ay!— es porque se han apartado del amor, que es la suprema manifestación del bien. A esa falta de amor hemos de temer, no a aquel demonio del cual los predicadores hablan para poner miedo en los creyentes y que busquen en ellos protección.

Yo me siento mareado, no sé si por las copas o por las palabras de mi amigo. Pienso, sin embargo, que Dios es demasiado grande para que se le oponga un rival. Quienes son malos —o malas— no es porque estén poseídos por el diablo. Es porque no se han dejado poseer por Dios.

De nuevo me siento mareado, ahora no sé si por las copas o por mi pensamiento.

¡Hasta mañana!

Manganitas

Por AFA

“… Asesinatos políticos…”.

Con tanto crimen que aterra

no está fuera de lugar

que vayamos a votar

dentro de un tanque de guerra.