*Salud o drogas

*La perpetuidad

El problema reventó por todo las entidades del país. Sencillamente, el sector Salud se anquilosó, reducido su presupuesto al límite y abandonadas no pocas de las instalaciones “modernas” inauguradas con bombo y platillo por los demagogos que nos gobiernan de manera alevosa y sin el menor sentido social. De hecho, ni siquiera se tocan el corazón cuando dejan morir a decenas de niños, como sucedió en Comitán hace una década, si con ello subrayan su animadversión al sucesor.

Respecto a lo anterior, así actuó, y tengo todos los elementos para afirmarlo en mis manos, el sátrapa Pablo Salazar Mendiguchía quien ahora, bajo los pantalones de Andrés, es pretenso aspirante a formar el equipo del futuro, sin siquiera dar la cara a sus coterráneos saqueados mil veces, y fomenta las sectas antinacionalistas. Estos sujetos, arraigados al presupuesto con frenesí insultante, aunque el icono de la izquierda los exalta por ser políticos “profesionales” –digamos como Ricardo Monreal Ávila, exgobernador de Zacatecas, rufián de cepa en la Delegación Cuauhtémoc y ahora senador electo-, piensan sólo en ellos y no se perturban ni con el dolor más profundo.

Otro caso es el de la ladrona yucateca Ivonne Ortega Pacheco, sobrina del cacique que debe estarse quemando en Xibalbá, el inframundo de los mayas, quien abandonó a su suerte, por pura vendetta partidista, los hospitales de Mérida, Ticul y Tekax, construidos por su antecesor, el panista Patricio Patrón Laviada –quien tuvo otros pecados pero no el de hacer política con la sangre y la muerte-, hasta dejarlos en estado inservible; hace poco más de dos años, el propio Patrón Laviada realizó una marcha, solo –los panistas ni siquiera quisieron darse por enterados-, desde la capital yucateca hacia el sur de la entidad, de varios cientos de kilómetros, para protestar por la infamia.

Hace unos días, conversé con un joven brillante, Carlos Manzo, quien labora en el sector Salud de Michoacán, o mejor dicho en la selva de Silvano Aureoles Conejo -¡no lo vayan a cazar!-, y me reveló el brutal abandono de quienes apostaron por el Seguro Popular, inventado por Felipe Calderón: los asegurados saturaron los hospitales civiles particulares, por ejemplo el de Guadalajara al que se le deben miles de millones de pesos, y éstos ya no admiten a los enfermos salvo si se paga parte de la deuda, lo que ya no es posible por falta de fondos.

Lo peor viene de otra revelación que llegó a este columnista: buena parte de las participaciones federales, en materia de infraestructura y, sobre todo, de salud pública –sea a través del IMSS, del Issste o del Seguro Popular- pasan por la aduana de los grandes sicarios del narcotráfico, quienes disponen de buena parte de las mismas y a veces de la totalidad, untando las manos de las autoridades con la ambición maldita que golpea a los enfermos y a los marginados.

Esta es la peor historia del México contemporáneo; más grave aún que la crecida de la violencia o la pretensión de asegurar el continuismo. Una vez más elevo mi voz: ¡MUERA EL MAL GOBIERNO!

La Anécdota

Andrés Manuel aduce que en diciembre llegará a Palacio “para transformar al país”; la idea de irse a Palenque, en cuyas cercanías se encuentra su heredado rancho La Chingada, ampliamente radiografiado, se frustró. Sería conveniente que lo donara al PRI y al PAN cuyos derrapes extremos colaboraron al triunfo inmarcesible del tabasqueño.

Pero, además, comentó que aunque a lo mejor se trata de una cifra exagerada –es decir no confirmada por él-, se cuenta ya con un presupuesto amplio para atender los urgentes programas sociales abandonados durante décadas y así vencer a la “mafia en el poder”.

Así, busca un lugar en la historia, desde que se sienta en la silla presidencial. Pero sólo será un buen presidente si la congruencia lo acompaña y no sigue abriendo las puertas a esa mafia amorfa que destruye cuanto pisa.

loretdemola.rafael@yahoo.com