Don Carlos

Los tiempos de Dios…

Muchos chiapanecos quisieran verlo en la silla del Poder Ejecutivo en 2024 no sólo por su talento: también por ese carisma que comunica y le ha permitido gobernar rompiendo moldes tradicionales y abyectos.

Sin embargo, Carlos Morales Vázquez tiene asegurado un escaño en el Senado de la República, ahí desde se promueve el bien común del país, estirpe de gloriosos personajes entre ellos el paisano Belisario Domínguez.

Tal responsabilidad adquiere otras dimensiones porque, pronto, don Carlos servirá a toda una nación, aunque su mirada seguirá puesta en el pueblo de Chiapas.

Aquí vio su primera luz, creció y se le quiere, tierra bendita donde dejó el ombligo, principal centro de energía del cuerpo humano. Imposible segregarnos de nuestra patria chica que “surgió inadvertida como un rezo de lluvia entre las hojas”.

Hablar de Carlos Morales Vázquez es referirnos a la pasión y vocación política; es compromiso, disciplina y perseverancia, cualidades que, siempre, las ha puesto a favor de sus semejantes.

El hombre trasciende cuando ha generado cambios en una sociedad o su entorno, es ir más allá de lo que percibimos con los cinco sentidos, pues bien dice el escritor Deepak Chopra “sin trascendencia, la vida no tiene belleza”.

Tuxtla se derrumbaba en pedazos agobiada por corrupción, inseguridad, deuda pública que al inicio de la administración 2018-2021 sumaban 1 mil 456 millones de pesos para el Ayuntamiento y 1 mil 34 millones de pesos para el Sistema Municipal de Agua Potable y Alcantarillado.

Era un estado de cosas desastroso ya que la Comuna, órgano colegiado de carácter democrático, cayó en redes de hampones que se adueñaron del patrimonio de los tuxtlecos cual hienas carroñeras e insatisfechas. La crisis de confianza alcanzó niveles nunca vistos.

Don Carlos llegó a la alcaldía precedido de una votación trascendental y luego de que ya en una ocasión le habían robado cínicamente el triunfo en las urnas. Los tiempos de Dios son perfectos…

Nunca fue sibilina su aspiración de gobernar y el cambio nos cayó como agua en mayo. Entonces empezó la conversión y modernidad de esta ciudad llena de encanto, riqueza cultural, arquitectura religiosa, corazón de Chiapas y gente amable que hizo del pozol un credo al que caemos rendidos.

Experimentado

¿Qué hacer en un pueblo crispado por tanto bandidaje? Don Carlos echó mano de su narrativa política perfeccionada en la experiencia desde diputado local, el Congreso federal y distintas secretarías de estado.

Leal y entusiasta defensor de sus ideas, con una poderosa fluidez verbal que abre corazones al estilo Abraham Lincoln o Pericles, lo veo en retrospectiva en el Congreso de Chiapas.

Martes 14 de febrero de 1995. Yo estaba presente. Cubría noticias para un diario italiano. Hierve el Palacio Legislativo. La guerrilla hace de las suyas con abierta perfidia e impunidad asaltando en caminos, ciudades y poblados.

Ernesto Zedillo, atormentado por sus complejos y los fantasmas del aún llorado Luis Donaldo Colosio, había obligado a renunciar al gobernador constitucional Eduardo Robledo Rincón.

Zedillo satisfacía apetitos mefistofélicos de la espuria guerrilla zapatista y del fantoche Marcos. Qué caballero y grande don Eduardo, antepuso Chiapas a su propio destino.

Aquella elección de don Eduardo y la del doctor Rutilio Escandón significan, por mucho, las más democráticas que se recuerden en la historia político-electoral de Chiapas.

Camisa arremangada en tonos vinos y cuadritos discretos, pantalón caqui, cabello e-boy ajustado a los noventas, la voz del joven diputado local Carlos Morales Vázquez estalló en el Parlamento reprobando el grave atropello legal y moral al pueblo chiapaneco.

Los demás guardaron silencio y hubieron de admitir la imposición de un gobernador desconocido, atado a grupos criminales. Los maicearon. Vino la acracia y sus terribles consecuencias.

El presente

Sin megalomanías, Morales Vázquez realiza un papel extraordinario dirigiendo Tuxtla. Transformó e iluminó el rostro de una capital huérfana por años. Empezó a pagar deudas promoviendo un desarrollo equitativo, impulsando la cultura, comercio y servicios públicos.

El erario se maneja con enorme pureza. Limpió la nómina de aviadores que en otras administraciones vivieron muy bien del impuesto ciudadano.

Los domingos se pone un sombrero de palma, botas todoterreno y mezclilla encabezando la limpieza del río Sabinal. Las obras han elevado la calidad de vida y el crecimiento económico, seguridad, salud, transporte, conectividad, etc. de los citadinos.

Mi vecino es médico. Platicamos con frecuencia. Me dijo el otro día porque los dos sacábamos basura al contenedor de la esquina antes de que pasara el camión recolector: - “Oiga, lic, si usted se lleva con él, dígale que no se vaya…”

-Pero, ¿cómo? Doc., allá también nos va a servir mucho…