No queremos campañas

Un país en bancarrota

Definitivamente debemos exigir que cumplan, por primera vez, con su palabra: los partidos políticos con registro hablaron de destinar sus fondos y prerrogativas, en 2017, a la reconstrucción de la Ciudad de México y, sobre todo, de las poblaciones de Morelos, Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Tlaxcala y Puebla, terriblemente dañadas por los terremotos de septiembre de ese año. Solo el líder de Morena, quien fue el primero en pronunciarse, decidió donar únicamente el 20 % de sus participaciones económicas destinadas a las campañas del siguiente año. Mintieron, como siempre.

Pese a ello, no puede negarse que, a punta de declaraciones y guerras verbales, se ha avanzado y mucho en materia de proselitismo barato. Por ejemplo, la salida de Margarita Zavala del PAN y su regreso al mismo -¿alguien recuerda alguna aportación positiva de esta dama en sus 35 años de militancia en la derecha?-, provocó una suerte de sacudida muy por debajo de la intensidad de los movimientos telúricos que derribaron edificios y dejaron en la indigencia a millones de mexicanos. Sin embargo, fue un buen distractor cuando aún no se despejaba la emergencia y lo que menos nos importaba era escuchar a las plañideras esperanzadas en lo imposible: la pretensión de una victoria en 2018 desde una proyección independiente, manejada en las tinieblas por su emboscado consorte, Felipe, y blindada por los estipendios del mismo exmandatario para poder cubrir los requisitos del INE, inalcanzables para cualquiera que no sea multimillonario. Por eso volvió a sus orígenes... y los aceptaron vergonzosamente.

Y no pararon allí: con todos los lastres de la amoralidad a cuestas, pretendieron fundar un nuevo partido, “México Libre” -¿será el propósito para liberarnos de etílicos?, pero si es así qué hace “jelipe” arreando-, logrando, hasta el momento, una hazaña singular: fueron más las firmas colectadas para que no se le diera el registro que las sonsacadas en 100 asambleas viciadas. La nostalgia por el poder parece que se encuentra en cualquier cantina de mala muerte. Pobrecita... y allí sigue esperanzada en que se proceda contra Ricardo Anaya a quien se le caza como si fuera la zorra en Inglaterra casi sin permitirle defensa alguna.

La guerra fue tremenda. Anaya Cortés, el niño maravilla, estimó que Margarita actuó para favorecer al PRI y buscar borrar sus pecados de complicidad; en realidad, el mayor beneficiario fue Andrés quien, cada vez hablando hasta por los codos porque la voz y el cerebro no alcanzan, avanzó más hasta ganar la Presidencia gracias a los pésimos oficios políticos de sus adversarios, como él los llama pero a quienes odia por encima de la razón por el solo hecho de atreverse a cuestionarlo; ¡a él que es la única luz brillante en el firmamento de la clase política! (esto, claro, es lo que sostienen sus incondicionales, no yo que lo conozco bien). Y se olvidó de la estrategia y ahora, en la Presidencia, palabrea sin cesar, en apariencia revitalizado pero sin atender las advertencias de sus médicos. Y ya rindió su quinto informe en donde las incongruencias superaron, lo que ya es decir, a los hilos comunes.

En fin, no queremos más campañas políticas. Que se aprovechen los espacios televisivos que mantiene, por ley, el gobierno, para los debates... lo más tarde posible para que no nos quiten el sueño y transcurran como las malas aves de paso.

La Anécdota

Mientras tanto, la Secretaría de Hacienda, encabezada precisamente por el sustituto de Carlos Urzúa y Arturo Herrera, Rogelio Ramírez de la O, anuncia grises augurios porque no encuentra los recursos suficientes para poder paliar el costo de la prolongada emergencia que, aunque el silencio se imponga, sigue estando muy a la vista y sintiéndose en carne y hueso. El dolor puede transformarse en rencor y en rabia; tal es de extremo peligro para quienes quieren fraguar perspectivas políticas. Mientras, la pandemia que no cesa del todo desilusiona y harta sin remedio y con la lejana luz de una vacuna “patria” que es solo una utopía... o la confirmación de la demagogia.

Sin liderazgos naturales y sin recursos financieros, México está, además, en una severa quiebra de valores, casi sin perspectiva de futuro y con la población herida sin disimular que tiene los puños cerrados.

Cuando duela el bolsillo no habrá fervor popular que pueda argüirse. Habrá pasado la euforia y vendrá un tiempo inseguro e incierto. No lo deseamos, pero vemos llegar la marabunta desde Wall Street. Afrontaremos una crisis peor que la de depresión de 1932 en México; y el presidente asegura que la economía está bajo control. ¿Existe una falacia mayor a ésta?

loretdemola.rafael@yahoo.com