No Están Jugando

México Amenazado

No es cosa de juego. El Gobierno de los Estados Unidos jamás había presionado tanto al de México como ahora, cuando, desde el más alto nivel, la jefa de la DEA, Anne Milgram, ha dicho que el fentanilo mata a más estadounidenses, entre 18 y 45 años, que los accidentes de coches, el cáncer o el rastro que dejó la pandemia de covid. Además, aseguró que el número de niños menores de 14 años muertos por la droga ha aumentado “considerablemente”. Y en el mismo tono se pronunció el fiscal general de EUA, Merrick Garland, con acentos alarmantes.

Desde luego, ello lleva a considerar que no es lejana la posibilidad de modificar la condición de los narcotraficantes para ser considerados, como lo son, terroristas, y con ello allanar el camino para una redada del ejército estadounidense en tierra mexicana; lo que sería una invasión simulada y con la cabeza de AMLO bajo la espada de Damocles: si se mueve un poco caerá sobre él irremediablemente.

Pero todo lo anterior tiene destinatarios específicos: los llamados “Chapitos”, hijos de Joaquín Guzmán Loera, “el Chapo”, por ahora encarcelado en la Unión Americana en condiciones muy severas y distintas a las que goza, por ejemplo, su vástago Ovidio en el llamado penal del Altiplano, cerca de Almoloya de Juárez. A éste deben agregarse los nombres de sus medios hermanos Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, quienes han gozado de la protección de la 4T y hasta se han sumado a sus campañas, recibiendo a AMLO durante sus giras por el norte del Estado de México, Michoacán, Guerrero y Jalisco, trepados en sus camionetas Lobo y disparando tiros de verdad en lugar de los cohetones tradicionales. Con descaro, además, y a lo largo de los tres periplos del candidato López, en 2006, 2012 y 2018.

Debíamos agregar, naturalmente, los episodios más grotescos de la relación entre AMLO y “Los Chapitos”:

A) El 17 de octubre de 2019 —menos de un año después de su asunción presidencial—, Ovidio Guzmán López fue aprehendido tras un tiroteo en Culiacán y soltado cuando éste amenazó con filtrar videos comprometedores en los que se veía a los hijos mayores del mandante mexicano, y a éste mismo, recibiendo fajos de dinero e instrucciones de parte de los capos más afamados. Las grabaciones están en manos del general secretario Luis Cresencio Sandoval. La orden vino directa del Palacio, como ya reconoció el propio López Obrador, bajo el supuesto de “no poner en peligro a la población”, situación que no se ha dado en otros violentos operativos.

B) Pocos meses después, el 29 de marzo de 2020, durante una gira por la sierra de Sinaloa para supervisar una carretera que beneficiará a los traficantes más que a nadie, fue interceptado por quienes transportaban a la madre del Chapo, María Consuelo Loera Pérez, de más de 90 años entonces y ya fallecida, a la altura del intricado camino a La Tuna —en donde ella vivía—. La justificación del mandante es que no le parecía correcto no saludar a una anciana, igualmente mexicana, y escuchar de ella su petición de que se le dejara ver a sus hijos antes de partir al otro mundo.

C) El blindaje otorgado a Ovidio tras ser capturado, por segunda vez, el 5 de enero de 2023, en el poblado de Jesús María a 20 kilómetros de Culiacán en un violento operativo de acuerdo con las crónicas. Tal se dio en el contexto de las presiones del presidente de EUA, Joe Biden, a López IV, el mandante mexicano. Y para ello se enviaron, nada menos que, 3 mil 500 efectivos militares que, literalmente, arrasaron con la casa donde se resguardaba el delincuente para simular una efectiva maniobra del ejército. Pese a ello, y dados los antecedentes, fuentes cercanas al alto manso aseguran que todo estaba pactado; es decir, la entrega misma del joven “capo” como parte de las condiciones impuestas por el Gobierno de EUA.

Ovidio, eso sí, fue debidamente tutelado para evitar las exigencias del gobierno norteamericano que esperaba su extradición y así, de alguna forma, AMLO salvó sus buenas relaciones con los Guzmán, acaso porque una ruptura definitiva con ellos lo pondría en serios predicamentos. La colusión es, por tanto, más que evidente.

La Anécdota

Y de lo anterior parte lo más preocupante del asunto: la revelación, a través de un nuevo hackeo, de que las Secretarías de la Defensa y Marina en México tienen graves tensiones que podrían llegar a una ruptura, incluso lo que ocasionaría una crisis sin precedentes entre las Fuerzas Armadas de nuestro país, incluyendo la bamboleante Guardia Nacional que aún no se acomoda dentro de la Sedena.

El hecho indiscutible es que las instituciones destinadas a preservar la soberanía nacional no han podido avanzar en la guerra contra el narcotráfico, más aparente que práctica, y las “exportaciones” de drogas no solo no han reducido un solo gramo de éstas en su tránsito a los Estados Unidos, sino que han aumentado sensiblemente con un rastro impresionante de muertes que preocupa seriamente al gobierno vecino.

Para colmo, es evidente que los republicanos y no pocos demócratas insisten en la urgencia de calificar como “terroristas” a los narcos, situación que, de acuerdo con las normas de EUA, habilitaría la entrada de su ejército y, por ende, el derrumbe de la malograda 4T con AMLO a la cabeza. De mal en peor.

Sin duda, el único responsable del sitio impuesto a México es Andrés Manuel, cuya lengua suelta dio origen a la disputa que nos pone en jaque ante la imposibilidad de repeler la fuerza armada de los estadounidenses. Es más: si la guerra es contra los cárteles, acaso éstos tengan mayor poder de fuego y de allí las tensiones detectadas entre la Sedena y la Marina. Lo mismo sucedió con el diferendo con Ecuador.

De cualquier forma, el juego está por terminar y la cabeza de AMLO está de por medio.

loretdemola.rafael@yahoo.com