EU, intervencionismo en Venezuela

El 18 de agosto de 2017, publiqué en este mismo espacio la columna que titulé: “Maduro no está solo”, en la que expuse: “La orquestada campaña de medios de comunicación del mundo capitalista –prensa, radio, televisión y redes sociales-, en contra del gobierno de Venezuela y su Presidente Nicolás Maduro Moros, ha llegado a extremos de linchamiento de un aliado de Rusia, China, Cuba, Irán y Corea del Norte, por el supuesto de haberse convertido en una dictadura que atenta contra los derechos civiles y la democracia en la patria del libertador Simón Bolívar.

“Hoy, ante el fracaso de grupos los opositores y del cerco mediático dirigido desde la Unión Americana, llega la amenaza de la opción militar anunciada por el presidente republicano Donald Trump, para dar solución al problema venezolano que amenaza a Estados Unidos.

“Lo que ahora sucede en la nación sudamericana, me recuerda en mucho los episodios históricos en América Latina, en que los distintos gobiernos estadounidenses –republicanos y demócratas-, han dispuesto derrocamientos y hasta invasiones militares, con el argumento de  defender sus intereses en aquellos países donde sus aliados e incondicionales han sido sustituidos por gobernantes de tendencias contrarias al sistema capitalista”.

Después de casi un año y medio transcurrido, Washington ha empezado a pasar de las amenazas discursivas, a la misma conducta intervencionista de siempre. Por un lado, al inducir de manera encubierta en el final de enero, al líder de la Asamblea Nacional, el opositor Juan Guaidó a autoproclamarse como “Presidente encargado” de Venezuela, reconociéndolo de inmediato, mientras en paralelo lanzaba la ofensiva diplomática junto con sus incondicionales, de la Organización de Estados Americanos (OEA), así como de la Unión Europea.

Donald Trump está empecinado en derrocar, por todos los medios que dispone la nación más poderosa del planeta bajo su mando, al presidente Nicolás Maduro Moros. Aplicación de la logística de siempre. Previo al “destape” de Guaidó, del 23 de enero, el jefe de la Casa Blanca daría comienzo a una guerra diplomática final, desde Nueva York, la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde el domingo 17 de enero, Estados Unidos, como país miembro permanente del Consejo de Seguridad, convocaría a una reunión urgente del Consejo de Seguridad, “para tratar la crisis de Venezuela”.

Pero el dirigente de la Unión Americana, no obtendría los resultados pretendidos entre los cinco miembros permanentes, conformados por  China, Federación de Rusia, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, y Estados Unidos, a los que se agregan otros 10 no permanentes, Alemania, Bélgica, Cóte d’lvoire, Guinea Ecuatorial, Indonesia, Kuwait, Perú, Polonia, República Dominicana y Sudáfrica.

Servilismo absoluto y sin vergüenza alguna, de Luis Almagro, el secretario general de la OEA, que desde el mismo día de su auto designación de Guaidó, declararía por consigna de Trump su beneplácito “y todo nuestro reconocimiento para impulsar el retorno de Venezuela a la democracia”, con lo cual, en automático desconocía a Nicolás Maduro Moros, como mandatario de la nación bolivariana, elegido por la vía de las urnas.

Segunda semana de todo tipo de acciones en contra del gobernante sudamericano, incluyendo el bloqueo de las cuentas de la petrolera venezolana en Nueva York, mientras el sucesor del comandante de tendencia socialista Hugo Chávez, recibiría la reiteración de solidaridad de sus aliados Rusia, Cuba, China, Irán, Corea del Norte, Bolivia, Turquía y Nicaragua, y también arreciaban las exigencias de la mayoría de los países de la Unión Europea, de realizar nuevas elecciones presidenciales.

Ratificación de la posición mexicana por parte del canciller Marcelo Ebrard Casaoubon, de aplicar este martes 5 de febrero, la Doctrina Estrada, en desuso desde el triunfo de la Revolución Cubana, que establece la No Intervención y Autodeterminación de los Pueblos, precisando que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador está en la mejor disposición de ser mediador en un diálogo entre las partes en conflicto, para llegar a un acuerdo pacífico, que impida un mayor derramamiento de sangre entre hermanos.

Preocupación del Papa Francisco, que a bordo del avión de Alitalia que lo transportaba de Abu Dabi a Roma, después de una intensa gira pastoral, diría a los periodistas que le acompañaron, el mismo martes, que si se lo pidieran tanto el gobierno como la oposición, El Vaticano podría mediar en Venezuela, previo intento de buscar un acercamiento de sus posiciones por la vía diplomática.

De ser aceptadas sus condiciones, sería la segunda participación de la Santa Sede en una ronda de conversaciones, la primera de ellas fracasada por el escepticismo mantenido por los opositores de Maduro Moros, al que acusan de utilizarlas como una forma de ganar más tiempo y con ellas apaciguar temporalmente las manifestaciones callejeras de inconformidad.

Revelaría el Sumo Pontífice, que el presidente de Venezuela, le había hecho llegar a la Santa Sede una carta, pero que todavía no la había leído, en tanto el mandatario sudamericano confirmaría que efectivamente, envió un mensaje al Papa Francisco, según informaría a la radiodifusora italiana Sky TG24, en el que le pide “que ayude a un proceso de facilitación, de fortalecimiento del diálogo”.

Inicio este miércoles 6 de febrero, de la tercera semana de la Gran Ofensiva orquestada por Donald Trump, a la que se han alineado los principales países europeos, para reconocer y apoyar la causa opositora de Juan Guaidó, como el “legítimo jefe de Estado de Venezuela”, en la que se han sumado también 11 de los 14 miembros del Grupo de Lima.

México y Uruguay, que hasta ahora se han abstenido de reconocer a Guaidó, realizarán este jueves 7 de febrero, en Montevideo, una Conferencia Internacional de Países y organismos con Posición Neutral, para abogar por una salida negociada de la crisis en Venezuela, en la que se esperaba la presencia del secretario General de Organización de las Naciones Unidas, António Guterres, quien ha declinado, subrayando que se mantiene imparcial y con la voluntad de enviar a Caracas una misión “para facilitar el diálogo y la negociación entre las partes”.

El líder de la ONU, define la posición del organismo mundial, al advertir que la máxima agrupación internacional de todo el planeta, no se sumará a ningún grupo de naciones que promuevan iniciativas para resolver la crisis venezolana.

Anuncio de no asistencia, bajo el argumento de Guterrez, de que la ONU ha decidido no ser parte de ninguno de estos grupos, para dar credibilidad a su oferta de buenos oficios a ambas partes, de tal forma que puedan encontrar una solución política a sus diferencias.

Guerra de discursos y posicionamientos del bando occidental a favor de Juan Guaidó, en tanto la contraparte de naciones socialistas, defienden y respaldan la causa de Nicolás Maduro.

España, Alemania, Francia, Reino Unido, Holanda, Portugal, Austria, Luxemburgo, Suecia, Dinamarca, Finlandia, Polonia, República Checa, Estonia, Lituania y Letonia, en la suma de la Unión Europea que reconoce a Guaidó como “Presidente encargado de Venezuela”, luego de que habían concedido un plazo de ocho días a Nicolás Maduro para convocar “elecciones libres y democráticas”.

Severo enjuiciamiento del ministro de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Jeremy Hunt, al exigir que “La opresión del régimen ilegítimo y cleptocrático de Maduro debe terminar. El pueblo venezolano merece un futuro mejor”, en tanto la canciller alemana Angela Merkel afirmaría que Guaidó “es el presidente interino legítimo para iniciar un proceso electoral lo antes posible”.

Emmanuel Macron, el presidente francés, reconoció al líder opositor venezolano, como “presidente encargado”, mientras el mandatario español, Pedro Sánchez,  hacía lo mismo y convocaba a “elecciones libres, democráticas y sin exclusiones”, en la nación bolivariana.

Más intransigente, el gobierno de Donald Trump, exigiendo la salida de Maduro Moros, al tiempo que 11 de los 14 países del Grupo Lima (Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay y Perú), brindaban su apoyo incondicional a Guaidó, al que se agregarían Israel, Ecuador y Australia.

Italia mostraría su rechazo al presidente de Venezuela, reiterando su no reconocimiento a las elecciones presidenciales de mayo de 2018, en que resultó electo, por lo que mediante su Ministerio de Relaciones Exteriores, haría eco de la convocatoria para realizar nuevos comicios. 

Grecia, manifestaría su solidaridad con el pueblo venezolano, con respaldo a su democracia y restablecimiento de la paz social, en base a un diálogo político.

Frente común a favor de Nicolás Maduro Moros, por parte de Rusia, China, Turquía, Cuba, Bolivia, Nicaragua e Irán. Radical señalamiento del Kremlin contra Estados Unidos, acusándolo de querer orquestar un golpe de Estado en Venezuela, por lo que expresaría todo su apoyo a las autoridades legítimas del país.

La injerencia de los países europeos que reconocieron a Guaidó, no favorece en ningún caso una solución pacífica, eficaz y viable a la crisis que atraviesa la nación sudamericana, advertiría el portavoz del gobierno ruso, Dmitri Peskov. China externaría su recomendación de no más injerencias en un conflicto que debe resolverse mediante el diálogo y no con la violencia verbal o de las armas.

El gobierno turco enviaría mensaje al mandatario venezolano: “Hermano Maduro, mantén la cabeza alta, Turquía está a tu lado”. Cuba, Nicaragua y Bolivia, inalterables en su posición de respaldo al gobierno de Maduro Moros.

Con la adelantada autoproclamación presidencial de Guaidó, el presidente Donald Trump saboteó la intención de que de la Cumbre de Montevideo surgiera un Grupo Internacional

de Contacto, que tendría como propósito propiciar un diálogo político en Venezuela, que evite opciones violentas de las partes enfrentadas.

Juan Guaidó se niega rotundamente a aceptar esa posibilidad, al afirmar que “un diálogo supondría alargar el sufrimiento del pueblo”, por lo que la única alternativa que acepta es la renuncia del presidente Nicolás Maduro Moros y la realización de nuevas elecciones.           

Tiempos complejos en un mundo nuevamente polarizado por las grandes potencias, que resurgen como imperios de contrapeso, que en Venezuela empiezan a medir fuerzas, que seguramente llevarán a una solución negociada y equilibrada a favor del pueblo de Venezuela.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013, Club de Periodistas de México

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.