La Organización de las Naciones Unidas declaró el 21 de septiembre como Día Internacional por la Paz. Por ello, el jueves pasado hubo muchas reflexiones sobre el sentido de esta palabra que es corta en su escritura y enorme en su significado. La guerra ha sido vista como cosa de hombres, narrada por hombres en donde los héroes son hombres. Por eso puede resultar útil recordar que, desde tiempos remotos, hubo mujeres que jugaron el rol de mediadoras y buscaron frenar las guerras.

Catalina de Siena (1347-1380) fue mediadora en un conflicto entre el Papa Gregorio XI y una asociación de ciudades del norte de Italia.

Carmina García Herrero cuenta que, en 1429, “cuando los ejércitos de Aragón y Navarra se disponían a luchar contra el de Castilla, la reina de Aragón, María de Castilla, llegó al trote al lugar donde iba a darse el enfrentamiento y, para evitarlo, se plantó en medio del campo de batalla con una tienda. Con esta acción tomó en sus manos la tarea de negociar con las partes una salida alternativa”. Un hecho histórico documentado es la llamada Paz de las Damas o Paz de Cambrai de 1529 que fue firmada entre España y Francia. La negociación la hizo Luisa de Saboya, madre del Rey Francisco I y Margarita de Austria, tía del emperador Carlos V.

A finales del siglo XIX, tuvo gran trascendencia el libro de Bertha Von Suttern publicado en 1889 y que se llamó ¡Abajo las armas! Ella fue galardonada con el Nobel de la Paz en 1905.

El papel que tuvieron las mujeres en la negociación del Tratado de Versalles se ha hecho visible casi un siglo después. Recién nos enteramos de que un grupo de mujeres mantuvo mesas paralelas durante toda la etapa de negociación para incidir en los resultados. Antes, más de mil mujeres de 12 países se habían reunido en La Haya en 1915 para encontrar salidas a la primera guerra mundial. En una de las declaraciones, las participantes dicen: “nosotras, mujeres reunidas en Congreso Internacional, protestamos contra la locura y el horror de la guerra que lleva consigo un sacrificio irresponsable de vidas humanas y la destrucción de tanto de lo que la humanidad ha construido a lo largo de los siglos, hacemos un llamado a los gobiernos del mundo a poner fin a la sangría e iniciar conversaciones encaminadas al logro de una paz que debe ser permanente…”.

Tres Guineas, de Virginia Woolf, publicado en 1938, es una reflexión sobre dominación, guerra y los roles de hombres y mujeres en ella. Lo escribió ante la pregunta de cómo evitar la segunda guerra mundial.

Asimismo, fueron muchas las mujeres que participaron en la lucha contra el armamentismo durante la llamada guerra fría. Entre ellas, la mexicana Clementina Batalla.

En ninguna de las categorías del Premio Nobel hay tantas mujeres reconocidas como en el de la Paz. Después de Bertha Von Suttern, han recibido el galardón: Jane Addams, Emily Greene Balch, Betty Williams, Mairead Corrigan, Teresa de Calcuta, Alva Myrdal, Aung San Suu Kyi, Rigoberta Menchú, Jody Williams, Shirin Ebadi, Wangari Maathai, Ellen Johnson-Sirleaf, Leymah Gbowee, Tawakkol Karman, Malala Yousafzai y Nadia Murad.

¿Qué tanto conocemos la vida de estas mujeres? ¿Qué tanto sabemos de los métodos de construcción de paz? ¿Algún día la historia de la humanidad dejará de ser la historia de las guerras?

Dice Carmen Magallón que “el pacifismo no es algo connatural a las mujeres, pero es una opción“. Muchas han tomado esa opción y ahí están los resultados.