¿Necesaria reforma?

Quién sabe cuál fue la idea de cambiar en la administración del gobernador Juan Sabines Guerrero (2006-2012) la fecha de toma de posesión de los ayuntamientos en Chiapas, pero a la luz de los resultados, puede decirse que en lugar de beneficios la decisión ha traído problemas.

Como se advirtió en su momento en esta Rotonda Pública, la medida ha resultado poco funcional, porque lo lógico es que los cabildos cierren la administración el 31 de diciembre como ocurre con el año fiscal, pero ahora existe un desfase que complica por igual a las autoridades salientes y entrantes.

Lo natural es que las administraciones en sus tres niveles planifiquen para un año, del primero de enero al 31 de diciembre, pero en el caso de los cabildos, el tercero y último año del trienio tienen que cerrar al 30 de septiembre.

La reforma que hizo Sabines Guerrero para que los ayuntamientos tomen posesión el primero de octubre, cada tres años, ha generado problemas porque las autoridades salientes dejan a medias muchas obras, por ejemplo, y no pueden dejar concluidos todos los expedientes y documentos que se tienen que entregar al Congreso del estado para su revisión.

Eso significa que la administración entrante tiene que terminar de reunir la documentación y concluir las obras iniciadas para cerrar el año fiscal; es decir, cerrar el año. Dicho sea de paso, los contratistas que realizan tales obras inconclusas responden a los intereses de la autoridad que se va, no de la que entra. Y la historia se repetirá dentro de tres años, cuando tome posesión el cabildo que sustituya al que empiece el primero de octubre de este año.

Uno de los inconvenientes es que la construcción de muchas obras comienza a principios o mediados de año, pero no siempre podrían estar finalizadas al 30 de septiembre, por lo que tienen que ser las nuevas autoridades las que le den el seguimiento correspondiente para que concluyan y luego las entreguen.

O, por el contrario, otras obras comienzan a construirse después de mediados de año y el ayuntamiento saliente ya ni siquiera recibe los recursos que tiene que ser aplicados por la administración entrante.

Si siendo del mismo partido político el ayuntamiento que toma posesión con el que se va existen diferencias, habrá que ver lo que pasará en esta transición, pues gran parte de los municipios los ganó el nuevo partido Morena y en no pocos casos, quienes asumirán el poder tienen fuertes diferencias y hasta pleito casado con quienes se van.

Además de tomar en cuenta el año fiscal, Juan Sabines y sus asesores debieron considerar la milenaria sabiduría de las comunidades indígenas, que cierran los ciclos al fin de cada año, con diversos rituales.

Con la reforma fue trastocada la tradición en los municipios, pues los rituales de toma de posesión de los nuevos ayuntamientos como la entrega de bastón, se hacían cada tres años a finales del año.

Después de dos trienios, en los municipios indígenas ha surgido de nuevo la demanda de que la toma de posesión se lleve a cabo a finales del año como ocurría antes, pero para ello es necesario que el Congreso realice las modificaciones correspondientes.

Uno de los municipios en los que han propuesto regresar al calendario anterior es el emblemático Chamula, donde los usos y costumbres están más enraizados. Claro, en parte es porque pretenden que se retome el sistema anterior para continuar con las tradiciones, y probablemente también porque las actuales autoridades quieren quedarse tres meses más.

Ante los problemas que la reforma generó, muchos se preguntan: ¿A quién beneficia que los ayuntamientos tomen posesión el primero de octubre y no el 31 de diciembre de cada tres años? A simple vista, a nadie, a menos que haya algo muy en el fondo que los ciudadanos comunes y corrientes no hayamos detectado.

Tal vez sería saludable que el nuevo Congreso del estado, cuyos integrantes asumirán el cargo a partir del primero de octubre, a causa de las citadas reformas, retomaran y analizaran el tema a conciencia, estudiando los pros y los contras y si es necesario, regresar al calendario anterior.     

Picotazos

El semblante del alcalde coleto Marco Antonio Cancino González, de su esposa Claudia Orantes y de los demás integrantes del ayuntamiento durante la ceremonia cívica del 16 de septiembre, que se puede apreciar en una fotografía que circuló ese día, es el claro reflejo de que saben que se les acabó el poder que durante tres años ejercieron. La expresión en sus rostros, su actitud y la dispersión que se nota en el presídium no deja lugar a dudas, pues lo único que se aprecia es tristeza y desinterés. Saben que la historia los juzgará y que el juicio será implacable, ya que no dejan una sola obra importante por la que el actual ayuntamiento emanado del Partido Verde Ecologista de México sea recordado, pues no pasó de la pavimentación de algunas calles, que si acaso, dependiendo de la calidad, recordarán algunos de los vecinos directamente beneficiados. Esperemos que en esta ocasión no suceda como en trienios anteriores en que muchas personas dicen: “Es difícil que después de este alcalde haya otro peor”, y resulta que el que lo sucede sale peor. Ojalá no sea el caso porque San Cristóbal ya no aguanta más y necesita de autoridades que sepan gobernar, sobre todo, que lo hagan con honradez y capacidad en beneficio de la población, no de sus bolsillos. En tres palabras: Con sentido común. Ya faltan menos de dos semanas para que salgamos de la duda… Vaya desde este espacio una sentida condolencia a los familiares del reconocido maestro Floriano Enríquez Sánchez, quien el pasado fin de semana dejó de existir. Vivía en el tradicional barrio de El Cerrillo, en San Cristóbal de Las Casas. Descanse en paz. Fin.