Uno pensaría que cuando menos durante la Semana Santa quienes solo piensan en la violencia estarían medios quietos, pero no, ni siquiera en estos días de guardar hay paz en sus corazones.

La ambición del dinero y del poder puede más que todo lo demás, sin que les importe el sufrimiento de muchas personas, como sucedió la madrugada del lunes en que dos grupos se enfrentaron a balazos en el crucero denominado “de la muerte” -¡vaya nombrecito!-, a unos 20 kilómetros de la capital.

Cientos de personas que viajaban en autobuses y vehículos particulares quedaron atrapadas y vivieron varias horas de terror, resignadas a que les cayera una bala.

Había hombres, mujeres y niños que tuvieron la mala suerte de llegar justo a esa hora al sitio del enfrentamiento, aunque hay que destacar también que las fuerzas de seguridad federales y estatales reaccionaron rápido para tratar de protegerlos.

Hasta donde se sabe, nadie de la población civil murió, sino solo dos de los presuntos maleantes que se enfrentaron con armas largas desde las 5 de la mañana hasta las 7 más o menos.

Fueron horas de mucha tensión y miedo, mucho miedo para quienes quedaron atrapados en ese sitio que se ha convertido en un riesgo para la seguridad de quienes lo transitan porque en el momento menos esperado los dos grupos se enfrentan a balazos.

Parece un milagro que no resultara lesionado ninguno de los pasajeros de un autobús azul que iba a adelante del convoy que recibió muchos impactos de bala, sobre todo en los cristales.

Cuánta gente desea que estas personas a las que poco les importa su vida y la de los demás se pusieran la mano en el corazón y depusieran su actitud violenta para evitar el sufrimiento de tantas almas.

Pero no, no hay razón que se imponga a pesar de los constantes llamados de ministros religiosos y de muchas personas de buen corazón; como los nuevos Judas, muchos se pierden por el poder del dinero, sin que les importe el daño que ocasionan a la sociedad. De plano, algunos sí merecen que los lleven al Gólgota.

Mientras tanto, las autoridades tienen que cumplir con su responsabilidad de brindar seguridad a la población que muchas veces queda en medio de las balas como sucedió el lunes.

Y más en esta época vacacional en que se espera que muchas personas visiten el estado para disfrutar de los diferentes y variados sitios turísticos distribuidos por toda la geografía chiapaneca.

A nadie que viva una experiencia como la que sufrieron el lunes cientos de personas, incluidos algunos turistas centroamericanos, le quedarán ganas de regresar por más bonitos que estén los destinos turísticos.

Pero no solo en el crucero “de la muerte” se apareció el fantasma de la muerte, sino que nuevamente llegó al municipio de Pantelhó que lleva casi tres años de violencia, sin contar las dos décadas anteriores en que el derramamiento de sangre afectó a varias familias.

En este caso ya se temía que conforme se acercaran las elecciones del 2 de junio se agudizaría la lucha encarnizada por el poder entre dos grupos que se disputan los recursos públicos.

La lucha ahora se centra en que si debe o no haber elecciones para elegir a las nuevas autoridades municipales. Uno de los grupos, el que ahora está en el poder, pretende que no haya elecciones y que se nombre un concejo municipal como el actual, con el argumento de que no hay condiciones de seguridad para que se lleven a cabo las votaciones.

El otro grupo, por el contrario, busca que haya elecciones porque sabe que no tiene otra forma de medio competir para tratar de arrebatarle el poder a la contraparte que desde octubre de 2021 reparte y se reparte el botín, es decir, el presupuesto público que, dicho sea de paso, ha vuelto locos a algunos que de repente se encontraron con hartos billetes en sus manos.

A juzgar por lo que se ve desde afuera, en Pantelhó no hay condiciones de seguridad para que se realicen las elecciones el 2 de junio, a menos que los dos grupos principales de poder en ese lugar acordaran una tregua para crear las condiciones óptimas.

Desgraciadamente, no se vislumbran señales que hagan suponer algo parecido a un convenio porque, además, a uno de los grupos no le conviene que haya comicios, pues apuesta a seguir en el poder presionando a las autoridades para que se designe un concejo municipal.

No es mal augurio, pero desgraciadamente, así como están las cosas no se puede esperar que de aquí al 2 de junio la violencia en Pantelhó vaya a disminuir, pues la lucha por el control de poder político está a todo lo que da, incluso con traiciones a la orden del día de más de algún concejal, según versiones de pobladores. Es cierto, el poder y el dinero ciega a muchos.

Picotazos. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) designó al empresario Francisco Martínez Pedrero como su candidato a la presidencia municipal de San Cristóbal, lo que significa que él sería el abanderado del Frente opositor en el que participan también el PAN y PRD, pues se supone que el tricolor tiene mano en la designación. El nombramiento no dejó satisfecho al también empresario Carlos Morales Vázquez, aspirante ciudadano, quien argumentó que estaba mejor posicionado, según las encuestas y que impugnará el proceso. Tal vez previendo su inconformidad, el tricolor se esperó casi hasta el último para dar a conocer su decisión de abanderar a Martínez Pedrero, quien ya fue alcalde de San Cristóbal (2012-2015). Ellos eran los dos únicos competidores internos para la silla municipal. Morales Vázquez aseguró que no se irá a Morena ni a otros partidos, que seguirá trabajando en el Frente opositor. Acusó al PRI de utilizar viejas prácticas, al tiempo de aclarar que su inconformidad no es en contra de Pancho. Cuando se trata de la designación de candidatos a puestos de elección popular, pocas veces todos los contendientes internos -de todos los partidos políticos- quedan satisfechos. Habrá que esperar el desenlace final. Fin