*Proceder demócrata

*Amnistía imposible

La democracia nació en Atenas en el siglo V Antes de Cristo por lo que ya cumple dos mil 500 años, más de los que se le atribuyen al cristianismo; es curioso, viéndolo así, que la Iglesia Católica –no es crítica sino mero referente histórico-, jamás se haya inclinado por este modelo aun cuando se nos diga que los cónclaves para elegir a un nuevo Papa tienen alguna inspiración en él; no es así, desde luego, por los millones de fieles a quienes se excluye en ese pequeño mundo de capelos y purpurados, sin siquiera conocimiento cabal acerca de los presuntos aspirantes al trono de San Pedro.

En 2013, por ejemplo, se rompió la tradición vitalicia del Pontificado con la renuncia al trono de San Pedro de Benedicto XVI, ya extinto, y con ello se abrieron a la discusión temas tan controvertidos, en el Derecho Canónico –que en griego significa norma o medida-, como el de la supuesta infalibilidad, en materia de fe y dogma, de cuantos ocupan el Pontificado. Y Francisco, para colmo, de un plumazo devoró a su predecesor todavía vivo.

¿Escribí trono? Tal se acerca más a la concepción de la monarquía con todo y sus reyes y corte que al de la participación popular en la toma de decisiones. De hecho, una Iglesia moderna, libre de prejuicios arcaicos, podría haber dado el ejemplo al escuchar a su feligresía acerca del drama de muchos matrimonios rotos, del aborto incluso necesario –el terapéutico, por ejemplo-, la homosexualidad y, sobre todo, la igualdad de géneros, obligatoria en el derecho –se supone-, lo que habilitaría a las monjas como sacerdotisas con el privilegio de ser, por tanto, ministras de culto.

No existe argumento válido para segregarlas; el único, escuchado por mí de un alto jerarca de la Santa Sede, es que Jesús solo contó con apóstoles varones aun cuando poco se dice del papel de María Magdalena cuya esfinge, y no la del pequeño Juan, recoge Leonardo da Vinci en su maravilloso Cenáculo que pude observar, en Milán, cuidadosamente, hace unos años.

Algo similar ocurre con el sistema político mexicano que no cambia sino, como la energía, la mala vibra más bien, solo se transforma. Así sucedió en 2000 cuando los Fox, ella y él naturalmente, reconocieron los avances del régimen priista que tanto habían cuestionado, en materia financiera y ¡educativa!; fue así como los viejos cómplices del priismo, los empresarios más ricos, se volvieron sus aliados y, al mismo tiempo, la otrora poderosa e insondable Elba Esther Gordillo pasó a sus filas sin siquiera renunciar –lo haría seis años después- a su militancia priista.

Lo mismo sucedió cuando el miserable Peña Nieto, quien dijo un día que comparecería ante las autoridades si lo llaman, sustituyó al nefasto Calderón con todo y su lastre de 100 mil cadáveres y 27 mil desaparecidos –entre ellos no pocos informadores-, y solo tuvo la ocurrencia de mantener igual los cuartos de guerra asegurando la impunidad del predecesor quien, para colmo, pretendió desarrollar un liderazgo que le fue ajeno durante su gestión cuando hasta la casaca militar impuesta por el secretario de la Defensa Nacional, entonces Guillermo Galván Galván, le quedó larga y sin forma como la de “Gasparín”.

El señor Peña, a despecho del discurso inicial cuando se lanzó contra los poderes fácticos, no hizo otra cosa que seguir las doctrinas y criterios de la ultra-derecha, en comunión con Felipe, sin siquiera establecer los mínimos consensos públicos.

Por las alcobas

Ya hemos comentado que no son pocos los funcionarios, sobre todo aquellos con mando territorial y potencial de fuego a través de las corporaciones policíacas, empeñados en creer que solo los sufragios valen aun cuando, después, ya en ejercicio del poder, se desvíen de sus llamados y convocatorias esenciales en aras de una falsa, tuerta negligencia; esto es, sin banderas sociales y una notoria inclinación por mantener en alza al gobierno aun a costa de empobrecer, todavía más, a la inmensa mayoría de los mexicanos.

¿Por qué, luego de cada crisis económica estructural como la que se nos viene encima sin remedio, los multimillonarios lo son más y quienes trabajamos contamos con menor poder adquisitivo? La respuesta podría ser, sin duda, lo planteado líneas arriba.

Siguiendo esta línea, Peña decidió lanzar —en el mismo 2013 señalado por una suerte de cisma en la Curia romana— tres iniciativas de reformas claves: la educativa, la energética y la fiscal.

Este columnista explicó sus razones para apuntarse en contra, primero por el desprecio a los maestros injustificado y después porque la disfrazada privatización de Pemex –con compañías como la hispana Repsol y la estadounidense Shell, que se frotan las manos a medida que los revoltijos políticos nos abaratan-, acabará con reducir sensiblemente el patrimonio de los mexicanos con un destino incierto y rebosante de tenebrosos escenarios; y segundo, porque se hincó el diente a la clase media aumentando, sin lógica alguna, hasta el 32 % el Impuesto Sobre la Renta, además de encajes bancarios sobre cuentas y transacciones.

Los más perjudicados, aunque el camuflaje de los empresarios deje de ser efectivo, siempre se ubican en los sectores productivos y no entre los especulativos que gozan de informaciones financieras privilegiadas.

Finalmente, la 4T tiró a la basura tales reformas pero no ha hecho funcionar las suyas ni tiene capacidad para hacerlo, considerando que son empobrecedoras. Todo a medias como acostumbra Andrés, aunque a veces solo habla y se queda con las manos vacías y la boca rebosante de pretextos mentirosos.

loretdemola.rafael@yahoo.com