Se irán sin pena ni gloria

Los presidentes municipales terminarán sus trienios y ya, muy pronto, se irán “sin pena ni gloria”, hubiera dicho mi abuela si viviera.

Pero es un apelativo muy simple para esos funcionarios públicos que están por irse porque se trata de una expresión que describe, como pocas, la mediocridad de una actividad o de un acontecimiento y se aplica regularmente a los deportistas.

Es decir, en ese contexto lo que se ha hecho o ha ocurrido no merece mayor comentario, pues no ha dado lugar para efectuar una crítica demasiado jactanciosa al respecto, pero que tampoco permite ser lapidario.

Pero en el caso de los presidentes municipales sí merecen muchos comentarios, críticas y fuertes reclamos respecto de su desempeño frente a tan altos e importantes desempeños porque, en su inmensa mayoría, han dejado sociedades enojadas, frustradas y, lo menos, insatisfechas.

Estamos a un par de días para renovar todas las alcaldías de Chiapas y nadie podrá afirmar con exactitud si sus gobernados mejoraron, si se estancaron o si alguna de sus sociedades observó algún progreso, porque obras sí hicieron, pero las que a ellos les convenía no las que eran necesarias.

Porque sí realizaron alguna que otra acción, pero tal vez para pagar favores o para algún tráfico de influencias, etcétera.

Los problemas más sentidos de las sociedades modernas ahí siguen: hay desabasto de agua potable o un suministro insuficiente, muchas colonias o céntricas calles sin alumbrado público, deficiente o fallido sistema de drenaje sanitario y un sistema de recolección de basura igualmente malogrado.

Ya no digamos la seguridad pública que le corresponde a los ayuntamientos ni tampoco el cuidado y orden de las vialidades. Todos esos servicios que deben ser proporcionados por orden explícita de la Constitución General de la República son proporcionados por las alcaldías en forma mediocre, por decir lo menos.

Todos los presidentes municipales chiapanecos, sin excepción y sin importar sus siglas o ideologías incumplieron con sus promesas de campaña.

La percepción generalizada pinta la realidad de las cosas. Está clara y cualquier ciudadano de a pie podrá contestar a preguntas específicas para expresar que ningún presidente municipal cumplió con sus compromisos de campaña porque esta es la hora que siguen las protestas en las calles de sus respectivas localidades para reclamarles alguna obra, acción o servicio incumplido.

La misma percepción ciudadana nos indicará que hubo ausencia de progreso en sus respectivos municipios y esto se puede averiguar fácilmente, a juzgar por algunos aspectos que están a la vista de todos, nada más.

Varios alcaldes anteriores han dejado vacías las arcas municipales, las han dejado también con deudas bancarias o con proveedores, impagables y con laudos laborales de cifras monetarias inimaginables. Y si a eso le agregamos que muchos funcionarios públicos de ese nivel se dedican a llenar sus bolsillos, entonces las cosas se ponen más claras aún.

Sí han hecho algunas cosas los presidentes municipales que se van, pero muchas de esas cosas han sido por conveniencia política, o porque son obras de relumbrón o para pagar favores o para realizar tráfico de influencias. Las principales necesidades de la gente siguen vigentes.

Para muestras hay algunos botones: el expresidente municipal de Tuxtla Gutiérrez, Fernando Castellanos Cal y Mayor; el alcalde de San Cristóbal de las Casas, Marco Antonio Cancino González; el de Tapachula, Neftalí del Toro Guzmán y el de Comitán, Mario Antonio Guillén Domínguez. Sólo por citar cuatro ejemplos. Hay muchos más casos.

Todos los mencionados en el anterior párrafo creen que hicieron bien las cosas y también están convencidos que sus acciones han sido mejores que sus antecesores. Pero esas ideas sólo pasan por sus cabezas. La cruda realidad dice otra cosa y ahí está, pública y notoria.

Cambio correcto en UNICH

Los académicos deben estar en las universidades y los políticos en la política. Esa es la fórmula idónea.

A las universidades públicas se les juzga según sus frutos con sus alumnos y sus académicos, no según su propaganda maquillada en las redes sociales cuando penden de un hilo sus estándares de calidad y sus finanzas públicas.

La Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH) tiene hoy día en el doctor Jorge Luis Zuart Macías, como rector, una gran oportunidad de vida, un nuevo aire, un nuevo aliento, porque ha estado secuestraba por cualquier tipo de intereses, menos por los intereses colectivos que tienen que ver con el crecimiento y desarrollo académico.

Las universidades públicas no deben ser rehenes de intereses personales o de grupos políticos.

Si la universidad pública no está vinculada al desarrollo de sus pueblos, no tiene razón de ser. Es decir, si la vocación académica de cada universidad pública no hace tangible lo que investiga, su desarrollo tecnológico, sus obras literarias, etcétera, estaría limitado su aporte a la sociedad.

La universidad pública no puede quedarse con lo que se sabe en el aula, tiene que ser capaz de traducir ese conocimiento en desarrollo para su comunidad.

Por eso es importante que haya llegado, por fin, un académico a la UNICH.

En un tiempo prudente, veremos buenos resultados, sin lugar a dudas.

Ha hecho mucho daño a la universidad pública de Chiapas usarla como patio trasero para darle chamba o calmante a políticos perdedores de procesos electorales, compadres, pago de facturas o convertirla en cajas chicas para tiempos electorales.

Currículum: Es ingeniero agrónomo por la Universidad Agraria Antonio Narro. Cuenta con maestría en fitotécnica por la Universidad Chapingo. Tiene una especialidad en agronomía por la Universidad Politécnica de Madrid, España y es Doctor en ingeniería agrónoma por la Universidad Politécnica de Madrid, España.

alexmoguels@hotmail.com