Don Cucurulo, añoso caballero, casó con mujer en flor de edad y caballona. Este último vocablo es un mexicanismo para describir a la fémina alta, fornida y de abundante grupa. Dos cosas debió oír y desoyó el maduro galán. La primera, el refrán que vaticina: “Casamiento a edad madura, cornamenta o sepultura”. La segunda, el símil acuñado por uno de sus amigos. A más de viejo don Cucurulo era de corta estatura y esmirriado. Le dijo el tal amigo, majadero: “Cuando estés sobre tu esposa vas a parecer lagartijo en peña”. Vulgar comparación, a fe. El caso es que a pocos días del desposorio el provecto marido se veía desmejorado, desmadejado y desmedrado. Les explicó a sus hijos: “Son efectos de la juventud”. “¿Juventud? -se extrañó uno-. Papá: tiene usted 70 años”. “De la juventud de ella” -aclaró don Cucurulo. Solicia, cuarentona célibe, fue a confesarse con el padre Arsilio. Le dijo: “Acúsome, padre, de que en la cama tengo malos pensamientos”. Le aconsejó el sacerdote: “Recházalos con energía”. Solicia se alarmó: “¿Y luego si no vuelven?”. Tirilita, muchacha pubescente, le pidió a su padre: “Quiero saber acerca del sexo”. El señor, aturrullado, le indicó: “Habla con tu mamá”. Objetó Tirilita: “No quiero saber tanto”. “Mendaz” es una palabra poco usada. Casi todas las palabras que vienen en el lexicón de la Academia son poco usadas, entre ellas la palabra “lexicón”. Yo empleo las de escaso empleo porque pienso que se han de sentir menospreciadas, pobrecitas, y las ayudo entonces a perder su virginidad, como haría un caballero compasivo con una ardiente doncella sin varón. Obra de misericordia es esa que debería figurar entre las enumeradas por el padre Ripalda. ¿Qué significa el término “mendaz”? Significa sencillamente “mentiroso”. El calificativo, pienso, puede aplicarse a quienes urdieron los nuevos libros de texto para uso de los niños y jóvenes de las escuelas oficiales. Tendenciosos, tales autores incurren en hipocresías que dan a ver con claridad su voluntad de adoctrinamiento. Cuando tratan de la acción en la cual perdió la vida don Eugenio Garza Sada recurren a eufemismos como “error” y “accidente” para describir lo que en verdad fue un acto de violencia cometido con torpeza por extremistas desmañados que ni siquiera contaban con apoyo popular. En vez de decir “secuestro” dicen “retención”, disimulo que sería risible si no fuera culposo. Tal ejemplo es suficiente para descalificar a dichos textos y a quienes los pergeñaron, pero a eso habría que añadir los errores y erratas que contienen; las insuficiencias y mezcolanzas que exhiben; su falta de rigor pedagógico y método didáctico; en fin, sus numerosas fallas, resultado de la premura con que los libros fueron hechos y de la intención política que los preside. Así las cosas, el primer día de clases no debió ser visto como ocasión festiva, sino de preocupación para los padres y madres conscientes que no pueden pagar el costo de la educación privada y que verán a sus hijos expuestos a una labor de propaganda más que de educación. Bajo el actual régimen los mexicanos hemos perdido instituciones muy valiosas. ¿Acaso vamos en el camino de perder también a nuestra niñez y juventud? Del círculo más cercano al presidente López salen consignas fincadas en doctrinas obsoletas cuyo fracaso está de sobra comprobado y que burócratas radicales y anacrónicos se encargan de operar. Son esas consignas las que inspiran la tendencia de los libros que autoritariamente se han impuesto. Pobre México, tan lejos de la verdad, de la razón y la modernidad y tan cerca de Cuba, de Nicaragua y Venezuela.. FIN.

Mirador

Por Armando FUENTES AGUIRRE.

Tan pequeño es el colibrí que casi no es colibrí.

Tan desvaído es el color azul de la flor que llaman “plúmbago” que casi no es plúmbago, ni es azul, ni es flor.

Igual sucede conmigo.

Tan pequeño y desvaído soy yo que casi no soy yo.

Voy al jardín; miro al colibrí y veo a las flores, pero no me acerco. Temo que el colibrí se vaya y que las flores se oculten entre las hojas de la planta. Sin el colibrí y sin las flores el jardín sería menos jardín y yo sería menos yo.

El colibrí es un ave más pequeña que la palabra “ave”.

La flor del plúmbago tiene un azul menos azul que la palabra “azul”.

Yo apenas alcanzo a ser un poco yo.

No importa. La flor, el ave y yo existimos. Somos la vida. Efímeros y eternos somos, igual que ella. El plúmbago es todo flor; el colibrí es todo ave, yo soy todo yo, y la vida es siempre vida.

¡Hasta mañana!...

Manganitas

Por AFA.

“. Primer día de clases en las escuelas públicas.”.

Una educación sin base,

con textos sin ton ni son,

ahora las clases son

clases de segunda clase.