“Mi esposa tiene un reloj en las pompas”. Ese insólito comentario le hizo un tipo a otro en el Bar Ahúnda. “¿Cómo es eso?” —se sorprendió el amigo—. Explicó el sujeto: “En la cama le agarro una pompa y me dice: ‘No la jodas. Son las cuatro de la madrugada’”. Sonó el timbre de la puerta en el departamento de la guapa chica. La abrió ella y se vio ante un hombre joven que le dijo: “Soy tu vecino. Vengo a invitarte una copa, a cenar y a bailar”. “¿Mi vecino? —se inquietó la muchacha—. No creo haberte visto antes”. Replicó el visitante: “Vivo en la ciudad vecina”. A Babalucas le va siempre mal en los negocios. El último que puso fue una sala de masajes de autoservicio. Difícil será quitarle el poder a López Obrador. Dueño de indiscutible popularidad, los números lo favorecen de cara a la elección del 24. Cuenta con el respaldo de los militares, primer apoyo que en los países de América Latina han procurado siempre los políticos proclives a la dictadura. Y ya se ha dicho: con las bayonetas puede hacerse todo, menos sentarse arriba de ellas. Los capos de la droga le han dado a AMLO su placet, o sea, su beneplácito, pues han hallado en él un propicio presidente que los abraza en vez de combatirlos y que se muestra con ellos y con sus familiares saludador, y aún respetuoso. Tiene, sobre todo, a millones de pobres, pobres en bienes y en educación, que piensan que sin ese padre providente morirán de hambre. “Primero los pobres”, proclamó el caudillo. No mintió. Los pobres han sido los primeros en sufrir los resultados del desmantelamiento del sistema de salud, y son los que más padecen los efectos de la carestía en los artículos de primera necesidad. El dinero que les hace llegar AMLO cada vez alcanza menos para llenar siquiera la mitad de la canasta básica. Aun así el presidente dispone de esa numerosa y sólida clientela, fiel por lo ciega, que difícilmente la oposición podrá arrebatarle y que votará por la “corcholata” que él designe para sucederlo, aunque no pueda pronunciar su nombre. Aun así no es imposible salvar a México y evitar que siga por el camino del populismo, la demagogia y el autoritarismo, o sea, del mal gobierno. López lo seguiría ejerciendo a través de interpósita —e incondicional— persona. Quienes amamos a nuestra patria y no queremos para ella un sexenio más de ineficiencias, ilegalidades, corrupción disfrazada y polarización, debemos unirnos en una oposición firme y bien organizada. Tendremos en Xóchitl Gálvez una candidata espléndida, mucho mejor que la que, todo indica, será la obsecuente “corcholata” de AMLO. De aquí a junio del 24 el fiel de la balanza puede inclinarse hacia el lado favorable a nuestro país. Hay una nueva esperanza. Con ella rescataremos a México. “¡Son las siete de la mañana!” —le gritó don Poseidón, furioso, al novio de su hija—. “¿Por qué viene con Glafira a esta hora?”. Respondió, imperturbable, el galancete: “Porque a las ocho entro a trabajar”. La maestra les pidió a los niños que cada uno escribiera su versión del cuento “La gallina de los huevos de oro”. A la salida de la escuela Juanito le preguntó a Pepito: “La palabra ‘huevos’ ¿se escribe con be o con uve?”. Respondió Pepito: “Yo también tuve esa duda. Para no equivocarme escribí ‘La gallina de los cojones de oro’”. Un pobre infeliz estaba en una cama de hospital vendado de pies a cabeza como momia egipcia. Lo visitó un amigo y le preguntó, azorado: “¿Qué te sucedió?”. Con voz casi inaudible respondió el lacerado: “Vionos”. “¿Vionos?” —repitió el amigo—. “¿Es algún nuevo virus, alguna nueva enfermedad?”. “¡No!” —replicó penosamente el tipo—. “Estaba yo con una señora en su casa; entró el marido y vionos”. FIN.

Mirador

Por Armando FUENTES AGUIRRE.

San Virila salió de su convento. Iba al pueblo a pedir el pan para sus pobres.

En el camino lo alcanzó una pequeña multitud de hombres y mujeres. Le dijeron que un niño había caído al río. Asido a una roca aguantaba la embestida de las aguas, pero las fuerzas se le estaban acabando. Seguramente iba a perecer ahogado.

San Virila se apresuró. Buscó una lancha, remó esforzadamente y rescató al pequeño.

Los aldeanos le preguntaron, sorprendidos:

—¿Por qué hiciste eso? Te hemos visto realizar milagros prodigiosos. Habrías podido caminar sobre las aguas y traer en tus brazos al niño.

—Oh, no —se alarmó el frailecito—. Ese milagro, el de caminar sobre las aguas, lo tiene patentado nuestro Señor Jesucristo.

¡Hasta mañana!...

Manganitas

Por AFA.

“Un ciclón azota a España”.

Según una información

ha causado muchos daños.

(Acá tenemos cinco años

de aguantar otro ciclón).