Rehén de él mismo

Suéltanos, Andrés

La soberbia actúa sobre las neuronas y destruye la sensatez que pudieran otorgar las células grises, siempre activadas por el usufructo del poder aunque se estime que este es siempre pasajero, incluso en las dictaduras prolongadas –salvo en la Santa Sede-, y acaba siendo un recurso no renovable; quienes han intentado volver luego de volar hacia el precipicio han terminado ante un pelotón de fusilamiento o linchados por la furia de las masas incontenibles a veces.

Le recordamos a Andrés Manuel lo anterior a causa de su pretendida simulación sobre no ser rehén de nadie cuando ha estado precisamente en esta condición. El viernes 27 de agosto de 2021 al querer acceder al cuartel del ejército en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, un centenar de pretensos maestros de la CNTE –beneficiados por la cancelación de la reforma educativa que les exigía mayor capacitación y los exámenes correspondientes para acreditarla- le impidió el paso a unos metros de donde se encontraban algunos soldados obviamente armados en espera del mandante-mandatario.

La reacción de Andrés fue insólita, por decir lo menos. Alegó que no descendería de su vehículo porque no iba a ceder al chantaje de los manifestantes y no se prestaría a dialogar con ellos creando una marea de inconformidad que pudo desbordarse. Los mílites no intervinieron por instrucciones de su comandante supremo quien decidió permanecer en su Suburban durante dos horas alegando que su gobierno no reprime. Esta misma situación se ha repetido después en diversas entidades.

Parece un chiste: precisamente aceptó la condición de rehén diciendo que no lo sería de nadie y a las afueras de las instalaciones de la zona militar desde donde transmitiría su tenaz y prejuiciosa mañanera. No puede vivir sin ella porque es como un pulso en donde demuestra su poder; pero, en esta ocasión, debió ceder y no llegó a tiempo a la misma, aunque luego se ufanaría grotescamente con una arenga muy al estilo de las usadas por quienes protestan ante la inercia oficial: “Ni FRENA ni el CNTE detienen al presidente”.

Es su mejor forma: la de un adicto a la rebeldía opositora y, por ende, actúa siempre en este sentido. Sabe que es el titular del Ejecutivo federal pero le encantaría poder despachar desde un templete o bien dentro de una carpa –como en 2006 durante su insubordinación por el fraude electoral de ese año arcaico bajo la fuerza, toda, de la presidencia, entonces en manos de Vicente Fox, el gran traidor de la democracia-, pero para ello tendría que renunciar al glamour del palacio virreinal que habita y, claro, se vería muy mal a la primera dama que dice no serlo, Beatriz Gutiérrez Müller, colgando la ropa de su consorte en un tendedero público amarrado en el asta bandera del Zócalo.

Llama la atención, eso sí, su obsesión contra los movimientos civiles, sobre todo el que más insistió en la revocación del mandato de AMLO –este insinuó su intención de derrocarlo cuando de él fue la iniciativa para la consulta del 27 de marzo de 2022 contradiciéndose una vez más-, acaso porque sencillamente siente pasos en la azotea. Lo del CNTE fue él quien dio alas al movimiento aun cuando se oponía a su protegida Elba Esther Gordillo, la “maestra”, olvidada en las aguas marginales de los grandes ricos que no son, según Andrés, “conservadores”. Ja, ja, ja, ja.

En el pináculo de las mentiras y con este modelo manipulador obsesivo rindió su tercer informe a la baja de su popularidad y arrastrando a las encuestadoras al pico de la ausencia total de credibilidad.

La Anécdota

Era jefe de gobierno y el Zócalo estaba “tomado” por distintos grupos de mujeres exaltadas contra el mandatario federal Fox. Andrés me recibió en su despacho desde donde se escuchaba la gritería sin que él se inmutara, acaso feliz por el conato de desorden sin que el llamado “primer magistrado” se encontrara en Palacio Nacional; Vicente despachaba en Los Pinos como sus predecesores y sus sucesores hasta diciembre de 2018.

En ese contexto me pidió que le acompañara a asomarme al balcón de su oficina con vista a la plancha de cemento más grande del mundo:

-Vas a ver cómo a mí sí me respetan...

Apenas se asomó, la muchedumbre volteó hacia el antiguo palacio del Ayuntamiento y la gritería cambió de frecuencia:

-Andresito, bombón, mándanos ya a casita. Ya pasaron varios días. Queremos irnos, papacito...

El interpelado calmó con las palmas de la mano a sus simpatizantes y les gritó a todo pulmón:

-No se preocupen; ya mero. Estén tranquilas.

¿Es la misma tolerancia con la que descalifica a los críticos, persigue a sus opositores y reniega de sus argumentos bien consolidados?

loretdemola.rafael@yahoo.com