Amenazadas Seguridad Nacional de México y EU

El atentado cometido contra las instalaciones de la Estación Migratoria Siglo XXI, del Instituto Nacional de Migración, en Tapachula, la madrugada del miércoles 10 de abril, por grupos de cubanos y pandilleros “maras” hondureños, puso en evidencia el vacío de autoridad y de control sobre la inmigración, del Gobierno de México en la Frontera Sur.

Amotinamiento pleno de vandalismo en el área de oficinas, donde la destrucción de equipos de cómputo y saqueo de información confidencial, así como robo, adicionalmente generó un caos programado, que permitió la fuga de 300 extranjeros ahí resguardados, de ellos 220 hombres oriundos de Cuba, otras 50 mujeres de la misma nacionalidad, junto con 30 de Honduras, éstos últimos con ficha de la Interpol (Policía Internacional), con la clasificación de alta peligrosidad, por ser responsables de asesinatos, extorsión, trata de mujeres –prostitución-, y narcotráfico, entre otros cargos.

Vulnerabilidad por incapacidad, pero sobre todo indiferencia oficial, que en lo global pone en riesgo la Seguridad Nacional, tanto propia como de Estados Unidos, en la Frontera Sur colindante con el llamado “Triángulo del Norte” de Centroamérica, formado por Honduras, El Salvador y Guatemala, donde las bandas “salvatruchas 13 y 18” creadas décadas atrás en la Unión Americana, constituyen parte importante del crimen organizado, responsable de la violencia, inseguridad, corrupción e impunidad.

Hechos de violencia extrema nunca antes registrados en la colindancia con el istmo latinoamericano, por la que el tránsito permanente, libre y sin control de extranjeros de 52 nacionalidades de todo el mundo, que ingresan por la Frontera Sur del país, en ruta hacia la Unión Americana, son realmente la mayor amenaza para la estabilidad interna de México y de Estados Unidos.

La investigación elaborada por la Secretaría de Gobernación federal, en los días de la titularidad del ahora senador Miguel Angel Osorio Chong, precisa que entre los migrantes de los cinco continentes, figuran de manera prioritaria aquellos provenientes de naciones consideradas por La Casa Blanca, como asiento de “grupos terroristas”, como son los casos de Irán, Libia, Afganistán, Paquistán, Siria, Sudán, Cuba, Corea del Norte, Palestina y en general del ámbito musulmán.      

Puertas abiertas del país a cualquier intento de desorden de diversa índole y de todos los alcances, en la faja fronteriza que abarca principalmente a Chiapas, con 654 kilómetros de extensión, marcada en forma de ríos por El Suchiate en la Región Costa, la de Montaña en la Sierra Madre de la entidad, y El Usumacinta, con sus riberas en las Selvas Lacandona con las de Petén y Quiché en Guatemala. Tabasco es también parte de la Frontera Sur, con 108 kilómetros y Campeche, 194 kilómetros, ambas entidades con zonas menos pobladas, para sumar un total de 965 kilómetros, equivalentes a casi una tercera parte de los tres mil kilómetros de la línea divisoria con Estados Unidos, donde se ubican con los estados mexicanos de Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.

En contraste con los intentos aguerridos del Presidente Donald Trump, de concluir el muro separe en definitiva a los dos países, aquí en el lado mexicano de la Frontera Sur, ni por asomo la idea o intención siquiera de poner un lazo, cerca o alambrada que divida y señale la división territorial con Guatemala y América Central.

Puntos de contacto gubernamentales en ocho cruces fronterizos formales, que no son nada en la mera intención de un control migratorio, al existir innumerables pasos de tránsito abierto, llamados también de “extravío”, por los que se internan a México los migrantes de todo el planeta.

Lo ocurrido este miércoles 10 de abril en las instalaciones del Instituto Nacional de Migración en Tapachula, viene a constituir una señal de advertencia de la gravedad que cada vez adquiere el fenómeno de la inmigración en Chiapas.  

Y lo insólito: A pesar de haber burlado las normas jurídicas del país e internacionales que respalda sus aseguramientos, las autoridades judiciales tanto del estado como federales, no los consideran como prófugos de la justicia, pues en ningún momento la Fiscalía General del Estado les fincó responsabilidades de sus acciones delictivas mediante la apertura de una averiguación previa.

¿Porqué en el momento de su “aseguramiento” como migrante, que no aprehensión, las autoridades de la Fiscalía del Distrito Costa-Frontera, pasaron por alto la investigación de sus antecedentes con las Policías de Honduras, El Salvador y Honduras, con las que se tiene una comunicación fluida desde los días en que el ahora delegado de la Fiscalía General de la República en Chiapas, Alejandro Vila, operaba como titular de la Fiscalía de Protección a Migrantes?

Un intercambio de información ágil y completa, en la que han tenido y tienen injerencia el Buró Federal de Investigación y las Agencias Central de Inteligencia y Antidrogas de Estados Unidos.

Por lo mismo, una vez registrado el motín de los cubanos y hondureños fugados, ha quedado evidenciada la incapacidad, pero sobre todo irresponsabilidad de las autoridades estatales en la zona, al ingresar a tan peligrosos criminales con la población extranjera mayoritariamente ajena a cuestiones delictivas y que su presencia obedece básicamente a tratar de llegar a la Unión Americana, en la búsqueda de mejores perspectivas de vida.

Y la pregunta obligada: ¿Dónde están los agentes de la otrora Procuraduría General de Justicia de Chiapas, que fueron capacitados por expertos estadounidenses en materia de antiterrorismo y búsqueda de células y líderes de grupos de riesgo, así como de combate a la delincuencia organizada internacional en la Región conformada por Chiapas, Guatemala, Honduras y El Salvador?

Quienes cometieron todo tipo de ilícitos en la Estación Migratoria, son gente preparada para este tipo de situaciones, lo cual quedaría demostrada en la forma en que planearon lo que bien podemos llamar una insurrección al interior de las instalaciones.   

Pareciera una exageración, pero sin caer en el alarmismo, se constata toda una planificación precisa para generar el caos y en medio del desorden llevar a cabo la huida, en la que se llevaron consigo 180 aparatos telefónicos celulares, numerosas tabletas computarizadas y lap top, más de 200 mochilas y maletas con ropa, además de saquear la cocina del refugio temporal que alberga más de mil 700 migrantes, número muy por encima de los 500 espacios programados, de donde se llevarían paquetes de carne, jugos, leche pasteurizada y 25 cuchillos de cocina.

Por supuesto que ninguna autoridad, sea municipal, estatal o federal, puede asegurar que los cubanos y sus cómplices “maras” se han ido rumbo al norte del país. Por lo general los pandilleros se quedan en los municipios cercanos a la línea divisoria con Guatemala, donde como aquí, cuentan con una red de complicidades que tiene como objetivo común el delinquir y cometer todo tipo de actos fuera de la ley.

Más aún, que puedan estar refugiados en las casas de seguridad, que en el caso de los cubanos, mantienen rentadas por todos los rumbos de la ciudad más importante de la Frontera Sur, de un millón de habitantes, en las que un 40 por ciento es de origen extranjero.

El hacinamiento extremo en que viven en el albergue del Instituto Nacional de Migración, parece no importar a los altos mandos del Gobierno de la República, pues este jueves 11 de abril continuaron arribando las volantas de agentes, trayendo consigo migrantes asegurados en los municipios de la Costa, para ser puestos a resguardo.

Todo un polvorín, en el que se mezclan los llantos de los niños y la incomodidad de las mujeres embarazadas por el calor sofocante más allá de los 34 grados centígrados.

Quejas que se hacen llegar a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, al no considerar justo que se de una promiscuidad nada conveniente para la salud de los ahí concentrados, como de la misma población chiapaneca-mexicana, con la cual mantienen contacto, sobre todos los que se mantienen en libertad y deambulan por las calles, haciendo tiempo en la espera del salvoconducto que no reciben para seguir su viaje hacia el norte.

Preocupación, porque tiene conocimiento que la nueva oleada de más de mil 400 hondureños, salida la noche del martes y la madrugada del miércoles de esta semana de San Pedro Sula, ha llegado a tocar las puertas del gobierno mexicano en las garitas de Ciudad Hidalgo, para obtener la tarjeta humanitaria que les dará oportunidad de trabajo, como tienen la seguridad que les concederá el Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Pero son los menos, pues los más, empezaron la misma tarde de este jueves, como lo han llevado cabo sus compatriotas que les han antecedido en el periplo, el cruce sin permiso, a bordo de las improvisadas “lanchas” que transitan por las tranquilas aguas del río Suchiate.

Repetición de la historia de la migración, contada por quienes han salido huyendo de sus pueblos para no ser víctimas mortales de la violencia e inseguridad provocada por las pandillas “maras”, con la complicidad de las autoridades gubernamentales.  

Contrario a las recomendaciones del Presidente estadounidense Donald Trump, transformadas en amenazas de no más apoyo económico a los gobiernos del “Triángulo del Norte”, sus homólogos hacen caso omiso de ellas y se mantienen indiferentes a la orden de La Casa Blanca de frenar nuevas caravanas de buscadores del “sueño americano”.

Los catrachos empezaron a arribar a suelo guatemalteco por la noche del miércoles 10 de abril y fueron recibidos cordialmente por funcionarios de 36 instituciones de la administración de Jimmy Morales, para garantizar su seguridad y derechos, una vez que presentaron su documentación necesaria para su ingreso legal, que incluye

menores de edad.

En la capital de Guatemala, de nuevo la ayuda y solidaridad de la Jerarquía de la Iglesia Católica, representada por el sacerdote Mauro Verzaleti, consistente en alimentación y un lugar para su aseo, junto con la información de las rutas a seguir para llegar a territorio mexicano y de ahí a la Unión Americana.

Nuevamente, las autoridades migratorias y en general de todas las instancias mexicanas de los tres niveles de gobierno, demuestran no estar preparadas para atender la nueva avalancha de inmigrantes, que empieza a crecer de manera progresiva y que se espera arribe a Tapachula en el transcurso del viernes y sábado.

La mayoría viene decidida a no regresar a Honduras y aprovechar la oferta del Presidente López Obrador, de otorgarles 80 mil empleos en Chiapas y muchos más en el resto de la república.

Esta es la Frontera Sur de México, en el final de la segunda década del siglo XXI, cada vez más compleja en su economía, pero de muy alto riesgo por la presencia extranjera sin ningún tipo de control, que hace viable la amenaza a sus vidas y patrimonios.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.