Tala irracional y sequía en Chiapas

El 4 de octubre de 2005, las grandes avalanchas del río Coatán, mezcla de agua, lodo, piedras y troncos de lo que fueron gigantescos árboles, que todo arrasaron a su paso, causando una de las grandes tragedias humanas y materiales en la historia de la Región, evidenciaron la grave erosión provocada por la tala irracional en las montañas del municipio de Tapachula.

Algo que se sabía, pero que las fuerzas de la naturaleza desatadas en forma de huracán (Stan), pusieron al descubierto con su mensaje agregado de más de tres mil seres humanos muertos, arrastrados por las descomunales corrientes que desaparecieron casas y pobladores asentados en las márgenes del afluente ubicado al poniente de la ciudad más importante de la Región Soconusco.

Menos de 80 las víctimas, según el entonces gobernador Pablo Abner Salazar Mendiguchía, minimizando la tragedia de los familiares que angustiosamente horas después del suceso, acudirían a los lugares que habitaban sus parientes, sin encontrar huellas de su existencia, como tampoco en los albergues que se habilitarían para otros miles de damnificados, que llegarían a ocupar también los terrenos que se utilizaban para la feria anual.

Daría el gobierno estatal prioridad a su demanda de ayuda federal para la reconstrucción, acumulando de manera ficticia en sus cuentas, afectaciones a 41 municipios, cuando en realidad los más se ubicaban en la franja fronteriza con Centroamérica, Costa y Sierra, que haría posible el otorgamiento de una ayuda cuyo monto total, hasta ahora no se ha precisado, pero se sigue estimando en por lo menos 20 mil millones de pesos.

Vendría el aprovechamiento personal de Salazar Mendiguchía, de tan inmensos recursos, para lo cual creó múltiples empresas constructoras con prestanombres, a las que se canalizarían miles de millones de pesos como pago de obras que nunca se realizaron, pero sí se facturaron, con el visto bueno del presidente de aquellos días, Vicente Fox Quesada, que acercaría a los hijos de su esposa Marta, de apellidos Bribiesca Sahagún, para que también se enriquecieran impunemente, asignándoles la edificación de viviendas de pésima calidad, lo mismo que otras de gran cuantía.

Tiempos, los de hace más de 10 años, en los que las ambiciones de riqueza de Pablo Abner solamente se enfocaron a la obtención de las superlativas ganancias, olvidándose, junto con Fox Quesada, de ahondar en el origen de las causas que habían provocado el macro desastre, debido fundamentalmente al ecocidio que se cometía en las inmediaciones del volcán Tacaná, ya desde aquellos días definido por decreto federal, como Area Natural Protegida, que sin embargo ha seguido siendo objeto de saqueo ilegal, con la complicidad de autoridades de los tres niveles de gobierno.

Un problema que podría tener en el futuro inmediato, dados los pronósticos de lluvias torrenciales en la temporada este año, con alcances todavía más graves, debido a la erosión en las partes altas del territorio municipal, de las laderas del cauce del Coatán y otros afluentes que lo alimentan, como resultado de la indiferencia oficial para frenar el crimen contra la naturaleza y sobre todo reforestar las demasiadas áreas dañadas.

Menos árboles producen más calor que los habitantes de los municipios de climas de frío a templado de Unión Juárez, Cacahoatán y Tuxtla Chico, en los últimos años enfrentan este cambio climático nunca antes sentido.

Tapachula, tradicionalmente calurosa por ubicarse en la planicie tropical, es incluso actualmente la ciudad que a nivel nacional amanece con la más alta temperatura (26-27 grados en promedio), de acuerdo con los reportes del clima de los noticieros de la mañana, la cual en los días recientes está llegando a niveles de 38 y 39 grados centígrados.

Situación preocupante para los habitantes de la Frontera Sur que viven su “infiernito”, ante el retraso de las lluvias, que afectan igualmente todos los cultivos de la Región, al secarse gradualmente las tierras sembradas de maíz, sorgo, frijol, ajonjolí, soya y tabaco, resintiéndose las plantaciones sobrevivientes de café y cacao, mientras que las de plátano subsisten mejor gracias a sus sistemas de riego, no así las más de 30 mil hectáreas de mango Ataulfo, al que además de la falta de agua, los vientos han dañado su floración, que repercutirá en menos producción de tan exquisita fruta de exportación.

Arrasamiento inmisericorde e ilegal del bosque en la Sierra Madre de Chiapas, que impacta los cauces de los afluentes que alimentan los ríos Grijalva en sus laderas del norte, en tanto en la parte sur, los de la Costa se observan empobrecidos en sus corrientes por la destrucción de sus flora y fauna en peligro de extinción.

Abajo, en la planicie, la Reserva de la Biosfera de La Encrucijada, afectada no solamente por la insuficiencia de agua de las montañas, sino por el aniquilamiento de su vegetación y animales en riesgo de desaparición, que ahora se enfrentan al grave problema de contaminación del ambiente –aire, ríos y suelos-, causado por la explotación minera de la empresa Caracol, perteneciente a un magnate de la capital del país, que ya exporta a China, vía Puerto Chiapas, el titanio que de ahí extrae, sin que, como ocurre con todas las empresas de este tipo, genere riqueza para los cientos de trabajadores campesinos de Villa Comaltitlán, Acapetahua y Escuintla.

Un panorama de sequía y tala creciente por demás difícil en Soconusco, que llevaría al obispo de la Diócesis de Tapachula, don Leopoldo González González, a declarar en el inicio de semana que en la Región existen arroyos y ríos que se han secado.

El pastor de más de millón y medio de católicos de la Costa, Soconusco y Sierra, afirmaría que “montaña arriba, ya no es tanta el agua que brota de manantiales y veneros. En la Costa muchos pozos se han secado y en otros ha bajado mucho su nivel. Para mí ha sido una sorpresa que nuestro estado sea clasificado como uno de los que no tienen agua suficiente”.

Haría el máximo dirigente de la religión más importante del país, las siguientes reflexiones: “Hemos de convencernos de que es posible recuperar manantiales y aumentar el caudal de los mantos freáticos, cuidando las zonas arboladas y reforestando lo que hemos deforestado.

“Si se puede llegar a ser tan crítica en relación al agua, ciertamente no es el momento de talar. Si se hace con el permiso respectivo, ¿acaso no les obliga a reforestar? Si no ha habido esa reforestación, cosa evidente para todos, ciertamente no es momento de seguir cortando árboles”.

Sin duda, el personaje mejor informado, el obispo Leopoldo cuestiona también: “Y si se trata de ladrones que por la noche talan campos ajenos, ¿quiénes les compran esa madera? ¿A quién toca vigilar que no lo hagan? ¿Cómo lograr que una tala clandestina no sea una tentación para el dueño de un campo arbolado?”.

El alto jerarca religioso es conocido como un apasionado defensor de la naturaleza, desde hace 10 años que arribó a la Diócesis de Tapachula, siendo testigo cercano del desastre ocasionado por el huracán Stan, y coadyuvante de la ayuda a los cientos de miles de damnificados, al grado que en el primer domingo de cada mes en que preside la ceremonia donde hace entrega del Sacramento de la Confirmación, compromete a quienes la reciben, a plantar y cuidar de por vida cinco árboles, subrayándoles la importancia del beneficio común que brinda la naturaleza.

Llamado de monseñor González González, a todos los chiapanecos, a reforestar los lugares que habitan, cuidando de que sean las variedades de árboles idóneas al lugar, pero también de manera fundamental, protegerlos para que el esfuerzo no sea inútil.

Referencia de que el intenso calor y la falta de lluvias, propicia que los pastos se encuentren sumamente secos, por lo que basta una chispa para incendiarlos. Controlarlo es mucho muy difícil y cuando al fin se logra, muchas veces el daño causado es muy grande, pues se quema la hierba que al año siguiente vuelve a brotar, mas no los árboles que tardaron muchos años para crecer y nadie se ocupa de reponerlos.

El líder diocesano añadiría que los campos quemados son una verdadera desgracia, además de que cualquier quemazón contamina el aire que respiramos y nos enferma, por lo que debemos extremar precauciones y no provocar ningún otro incendio, evitando las quemas agrícolas, así como no tirar colillas encendidas de cigarros a orillas de la carretera, tampoco hacer hogueras para sacar miel de los panales en el campo, ni para atrapar iguanas o casquitos -tortugas-, que además son especies protegidas.

Días de los efectos del cambio climático que se ha adelantado para quienes, como los líderes de las grandes potencias que más contaminan al planeta, pronosticaban como muy distante, que ahora con la injerencia radical del fenómeno de El Niño, provoca trastornos -en muchos graves- para la producción alimentaria mundial, como ya se padece en México, con las heladas y nevadas en numerosos estados de la República, como en el norte de Sinaloa, considerado uno de los grandes graneros del país.

Extremo calor en el sur del territorio nacional y frío en las Regiones centrales y del noreste de la geografía nacional, con daños aún no cuantificados con precisión en la producción agrícola.

Y después de El Niño, vendrá el fenómeno de La Niña, que ocurre cada dos a siete años, considerado hasta ahora como menos dañina, aunque podría ocurrir lo impredecible, pues se le relaciona con inundaciones y sequías, a partir del 21 de septiembre.

México y el resto del mundo pagan caro el daño que por décadas han cometido y siguen causando a la naturaleza. Deshielo acelerado de los polos, como muestra de la autodestrucción que continúa y que en la capital mexicana, después de fríos y vientos huracanados que despejaron su atmósfera, motiva este martes 15 de marzo la activación de

la Fase I de Contingencia Ambiental debido a la extrema concentración de contaminantes en el aire, por lo que dejarán de circular los autos con holograma 1 y 2, además de permisos con terminación numérica de placa impar.

Pero para nuestra intranquilidad, por ubicarse Chiapas y en general la República Mexicana, en zona de alto riesgo ante los desequilibrios de las fuerzas de la naturaleza, lo que resta de 2016 no pareciera ser de lo más favorable, pues el clima continuará todavía mucho más raro, según los vaticinios de expertos internacionales.

Advertencia de que si la temperatura del océano Pacífico cambia, se tendrá el doble de huracanes, con la posibilidad de que serán mucho más poderosos. Lo inusual ha empezado a ocurrir, pues desde 1955 no se formaba en enero el primer huracán del año, al que incluso se denominó Alex, que afortunadamente resultaría intrascendente en el océano Atlántico.

Por ello, la mejor recomendación es la de estar preparado ante el cobro de facturas por el daño humano al medio ambiente de todo un planeta.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013

Premio al Mérito Periodístico 2015 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.