El arte de escribir a máquina

Si tienes menos de 25 años, seguramente no utilizaste la máquina de escribir para hacer tus trabajos o tareas, pero quizá la has visto en la casa de algún pariente, una oficina, una tienda de antigüedades o un museo.

El uso de la máquina de escribir es casi nulo en nuestros días. Sin embargo, es un hecho que los principios con los que funcionaba siguen presentes en las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).

Una máquina de escribir es un dispositivo mecánico, electromecánico o electrónico que funciona con un conjunto de teclas que al presionarlas con los dedos imprimen con tinta las letras dibujadas en cada una sobre hojas de papel.

Antes todos los documentos se realizaban a mano con la famosa técnica de la caligrafía, pero era una tarea lenta y limitaba cantidad de textos producidos. La inserción de la máquina de escribir a la sociedad dejó atrás los servicios de los copistas y le dio un carácter más oficial y menos personal a los escritos.

El procedimiento mecánico de la escritura aceleró el ritmo de las comunicaciones y a su vez permitió que el mundo de los negocios creciera. Los orígenes de este aparato datan de 1450, cuando Johannes Gutenberg inventó la imprenta. Los impresores tardaban alrededor de un minuto en colocar una sola línea de tipos o letras.

Este trabajo exigía una gran habilidad y tiempo, por lo que algunos inventores pensaron en formas de automatizar y agilizar el proceso. Durante los siglos XVIII y XIX se intentó implementar una forma de escritura mecánica. El primer intento registrado de una máquina de escribir fue realizado por Henry Mill, quien obtuvo la patente en 1714, expedida por la reina Ana de Gran Bretaña.

Luego de varios años y modificaciones se construyeron máquinas que tenían letras o tipos en una rueda semicircular que giraba hasta la deseada, más tarde se logró que cada letra se accionara por separado, hasta llegar a una máquina que permitía ver lo que escribía.

En 1868 los inventores estadounidenses Sholes y Glidden patentaron una que contenía casi todas las características de una máquina moderna. Ellos llegaron a un acuerdo para comercializarla con la empresa E. Remington and Sons, la cual en 1873 fabricó el primer modelo industrial, se llegaron a vender unas 5 mil unidades, así se convirtió en una de las marcas más renombradas del sector.

En las Remington se implementó el teclado “QWERTY”, el cual se utiliza hasta hoy en computadoras y celulares.

¿Por qué la disposición de las letras no sigue el orden alfabético? Cuando Christopher Sholes inventó la máquina su sistema mecánico no lograba funcionar bien, los dedos del mecanógrafo tenían que recorrer demasiado el teclado en busca de las letras.

Sholes consultó a su hermano, un profesor, y él le dio la solución: distanciar aquellas letras que se utilizaban combinadas, como la “Q” y la “U”, luego disponer las letras más usadas para que tuvieran que pulsarlas los dedos menos ágiles, la “A” se pulsa con el mequiñe y la “G” con el dedo índice diestro.

De igual modo las letras más comunes como la “E”, la “S”, la “R” o la “T” se dispusieron para que las pulsaran los dedos de la mano izquierda. Y así quedó la disposición del teclado.

Las primeras Remington sólo escribían en letras mayúsculas, pero en 1878 se hizo posible el cambio de carro a letras minúsculas. A partir de 1925 se comenzaron a utilizar las máquinas de escribir eléctricas y la International Business Machines Corporation (IBM), así como la Remington Rand fueron las compañías de más presencia en el mercado.

Una ventaja era que la impresión y presión de cada letra era completamente uniforme y el texto quedaba más limpio, además de que ya no había que ejercer tanta presión con los dedos. Luego se les incorporó una cinta correctora que borraba el polvo negro de las letras mecanografiadas por error.

En la década de 1980 comenzaron a presentarse modelos híbridos al combinar la impresora con la máquina de escribir. Más tarde, las computadoras y las tecnologías de láser e inyección de bajo costo y alta calidad las reemplazaron.

Sin embargo, hasta el año pasado la mecanografía seguía siendo parte del programa de la educación a nivel secundaria en México. Aprender mecanografía permitía al estudiante alcanzar velocidad en la escritura y ser más ágil a la hora de redactar.

Carmen Rioja, profesora de educación básica a nivel secundaria, se dedica a dar clases desde hace más de 30 años; impartió el taller de taquimecanografía hasta 2011 y hasta el año pasado se suspendieron definitivamente estos talleres y se implementaron los clubes.

Rioja tiene recuerdos de cuando era estudiante en la Escuela Nacional de Maestros en la Capacitación para el Trabajo Industrial en “secretariado” (ENaMaCTI). Sus maestros eran muy estrictos, en específico se acuerda de su maestro de historia, quien les exigía ir bien vestidos, y de las tareas de sus maestras de taquigrafía y mecanografía.

Carmen relata que sus profesores “dejaban demasiada tarea, la de mecanografía pedía de 10 a 12 hojas por clase cada tercer día y si no las llevábamos era peor, se acumulaban”.

No recuerda con exactitud cuántas palabras escribía cuando era estudiante, aunque debían dar 120 golpes por minuto, “a nosotros nos tomaban el tiempo y si nuestras tareas tenían algún error la profesora las rompía”, explica Rioja, dado que no podían utilizar corrector.

Para aprender el teclado de memoria se utilizaba el cubre teclados, una tela que se sujetaba desde la máquina de escribir hasta el cuello tapando las teclas, para que los alumnos las recordaran mediante ejercicios, sin ver las letras.

Ella confiesa que en algunas ocasiones, cuando las profesoras no se daban cuenta, enredaban el cubreteclado para poder ver, “fue muy complicado memorizar las letras y los números, era muy estresante no poder ver las teclas y ver el texto, pero con el tiempo entendí las ventajas”, por lo que siendo docente pidió cubreteclados a sus alumnas.

La profesora dice que los daños más comunes eran los resortes que permitían el movimiento de los tabuladores y del carro. Cuando el tabulador de su máquina fallaba se angustiaba mucho, porque se atrasaban sus trabajos. Lo contrario al estar en la escuela, porque había un mecánico que reparaba descomposturas.

Pero cómo maestra era más complicado, pues no había presupuesto para componerlas y las máquinas se tenían que compartir entre los estudiantes, los cuales en su mayoría eran mujeres por cuestiones culturales: “los padres de familia creían que [esta actividad] sólo era para mujeres”.

Dice que los alumnos de ahora ya no muestran interés, pues cuentan con la tecnología, piensan que entre menos esfuerzo hagan, mejor para ellos; además de que todo es más sencillo de resolver. Sin embargo, considera que es primordial saber mecanografía, porque el teclado es el mismo y se adquiere habilidad, velocidad y precisión.

Tener la habilidad de la escritura ágil y exacta es importante en nuestros días y pocas personas usan todos sus dedos al escribir en las computadoras.

Algunas estudiantes no olvidan aquellas arduas y extensas tareas, pero afirman que con los años esta habilidad se aprecia por el tiempo ahorrado en las tareas universitarias y que hasta la fecha les sigue siendo muy útil.