Histórico.

Por primera vez desde hace casi cien años en que fue fundado aunque con otro nombre, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), no presentará candidato propio para las elecciones presidenciales de 2024. Es algo histórico. 

Desde el domingo quedó prácticamente formalizado que su abanderada, en alianza con los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD), sus otrora principales adversarios políticos, será la panista Xóchitl Gálvez. 

Quién sabe si los grandes políticos que han salido de ese partido que tuvo varias décadas que significaron un progreso importante para México, hasta que apareció el neoliberalismo con Miguel de la Madrid, profundizado con Carlos Salinas de Gortari, pensaron no sólo que un día no serían capaces de postular a un abanderado propio sino que tendrían como candidata a una panista. 

Y no es que no tenga cuadros importantes, sino que la coyuntura ha puesto al ahora débil tricolor en una situación que sólo le garantizaría, en el mejor de los casos, el tercer lugar en las elecciones de 2024, ya que el PAN, al que se han corrido los desilusionados con la  4T, sobre todo de la clase media, concentra a un buen número de opositores. 

Desde el inicio de este siglo, las cosas dejaron de pintar bien para el PRI, ya que en 2000 perdió por primera vez en la historia las elecciones presidenciales ante Vicente Fox, lo que se repitió en 2006 con Felipe Calderón.  

Si regresó al poder en 2012 con Enrique Peña Nieto fue gracias a un acuerdo que permitió que Felipe Calderón tomara posesión seis años antes, luego de un triunfo muy cuestionado, por decir lo menos. Sin la ayuda del tricolor y del sol azteca no hubiera podido portar la banda presidencial y tampoco dejar la estela de muerte que dejó en el país por su llamada guerra contra el narcotráfico. 

Justo a partir de entonces se descaró la alianza que de facto mantenían el PRI y el PAN, lo que les valió el mote de PRIAN. Después se agregaría el PRD a esa impresentable coalición. Ahora van a enfrentar juntos a Morena, al que se mudaron muchos perredistas y priístas. 

Como se ha dicho antes, las expectativas de triunfo del PRI son ahora nulas porque Morena y el PAN están arriba y en una de esas hasta Movimiento Ciudadano que gobierna Jalisco y Nuevo León, dos de los estados más importantes del país, lo mandaría a la cuarta posición. 

A pesar de todo todavía conserva parte de la estructura con la que ganó tantas elecciones en los tres niveles, aunque el hecho de que un grupo importante de políticos encabezados por el ex secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong se haya hecho a un lado por desacuerdos con la dirigencia nacional, ha debilitado más al antes invencible. 

Lo raro es que la sede del PRI nacional se convirtió prácticamente en el búnker del Frente Amplio por México (FAM) durante los días pasados en que estaban realizándose las actividades para definir al o la candidata a coordinarlo. ¿Fue una deferencia? ¿Fue para que no se sintiera tan fuerte el golpe de bajar a Beatriz Paredes  para abrirle el paso a Xóchitl o fue sólo parte de una estrategia? Quién sabe. 

Lo cierto es también que da la impresión de que los dirigentes del FAM buscaron a toda costa que las elecciones programadas para el domingo 3 con el fin de elegir a su coordinadora no se llevaran a cabo con el objetivo de imponer a Xóchitl, pues ya estaba decidido desde antes. Su argumento fue que iba arriba en las encuestas. De todos modos, debieron de dejar correr el trámite para que no hubiera dudas. ¿O de verdad existía el riesgo de que la priísta ganara y no estaban dispuestos a aceptarlo? 

Poco antes de que el FAM tomara la decisión de suspender las elecciones del domingo, las dirigencias blanquiazul y tricolor se adelantaron para presionar a Beatriz con el fin de que declinara, lo que al final hizo no de muy buena gana. Aunque ella estaba decidida a llegar hasta el final no tuvo más remedio que aceptar y hacerse a un lado.  

¿Qué podía hacer si como ella misma lo dijo en una metáfora sugerente, “un director no puede hacer nada si le quitan la orquesta?”. Su propio partido le quitó a los músicos, la descobijó. Qué triste. Ahora resulta que muchos priístas celebran que su candidata sea una panista. De seguro, a muchos, incluso a los que ya se fueron,  los invade la nostalgia por los tiempos de gloria pasados. Ahora todo es historia. 

No hay que olvidar que la mayoría de los mejores y más grandes políticos, hombres y mujeres de las últimas décadas, han emanado del PRI, aunque a partir de la escisión encabezada en 1988 por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, entre otros, algunos transitaron hacia otros partidos. La mayoría está ahora incrustada en Morena. 

Pero como ya se dijo, en esta ocasión el PRI estaba en la disyuntiva de postular a su propio candidato o candidata y volver a quedarse en tercer lugar como en 2018 y 2006 o aliarse con el PAN para ganar posiblemente el segundo lugar en 2024, a menos que algo muy extraño pasara de aquí a junio que llevara al triunfo a esa coalición. 

¿Ganaría más el PRI con un candidato propio o en coalición con el PAN y el PRD? La dirigencia que encabeza el campechano Alejandro Moreno Cárdenas habrá hecho sus propios cálculos y habrá negociado ya el reparto de las candidaturas y posiciones como resultado de las elecciones. 

Uno de los problemas para el tricolor es que pareciera que a partir de ahora está destinado a hacer lo mismo en las elecciones de 2030, ya que gane o pierda las elecciones de 2024 como parte del FAM, difícilmente crecerá como para regresar a sus mejores épocas. 

Hablando de las votaciones de 2024 también hay que preguntarse ahora: ¿Cambiará el presidente Andrés Manuel López Obrador su decisión de quién será el candidato de Morena después de ver cómo Xóchitl está atrayendo a ciertos sectores de la población o se mantendrá con la corcholata decidida previamente? El miércoles se sabrá a quién le entrega el bastón de mando. Fin