Historia de horror

¡Malditos sean!

¿Fin del mundo?

Abril 11. 2011. Karime está afuera de una tienda junto a su bebé de un año. Son alrededor de las 13:30 horas.

Dos hombres vestidos de civil, luego identificados como policías judiciales de la entonces Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, llegan violentamente y le arrebatan a su pequeña hija obligándola a subir a un vehículo sin logotipo. 

En los asientos delanteros del coche van dos sujetos. Ninguno se acredita como policía de investigación ni explican los motivos de su detención. 

Seis horas Karime y su bebé fueron retenidas en el automóvil, sometidas a insultos y amenazas mientras los hombres interrogaban a Karime sobre su supuesta implicación en un robo a una vivienda dos años atrás. 

En un momento, la llevaron a una casa forzándola a poner sus manos en las bisagras de ventanas y puertas, infligiéndole tortura física. 

Uno de los policías simuló una llamada al Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, insinuando que “entregarían” a la bebé para su posterior adopción.

En varias ocasiones, el policía que sostenía a la bebé amedrentó con arrojarla del vehículo. En algunos minutos, abandonaron a la bebé en vía pública y se alejaron en el auto, coaccionando a Karime que dejarían a su hija si no cooperaba.

Aproximadamente a las 19:00 horas, Karime y su bebé fueron llevadas a una agencia del Ministerio Público, donde el terror psicológico y tortura continúan. Las separaron en diferentes rincones de un cuarto maloliente. 

Cuando la niña gateaba hacia su madre, los policías golpeaban muebles, asustaban a la bebé y la insultaban para evitar que se acercara.

Condena

Durante el interrogatorio, Karime fue informada de que habían golpeado a su esposo y padres. También la chantajeaban con detener a su otro hijo, menor de edad, y acusarlo de cómplice, sugiriendo que lo enviarían a un centro tutelar donde sería víctima de violencia. 

Ante las súplicas de Karime para alimentar y cuidar a su bebé, quien lloraba constantemente, los policías amagaron con deshacerse de su hija para impedir que la viera si persistía en su petición.

Debido al acoso, Karime firmó dos hojas en blanco de tamaño oficio. Sin embargo, después de acceder a ello, su hija fue llevada a otra habitación y se les negó el contacto entre ambas. 

Horas después, Karime es trasladada a un centro penitenciario de la Ciudad de México, donde ha permanecido encarcelada más de una década.

El 13 de julio de 2011, Karime fue condenada a 25 años de prisión en un proceso judicial lleno de irregularidades y violaciones al debido proceso.

Torturas

Ella y su familia fueron víctimas de autoridades corruptas y abogados inescrupulosos que les engañaron y cobraron dinero sin proporcionar una defensa adecuada, agotando así las posibilidades de impugnar la injusta sentencia.

La Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México documentó la tortura sufrida por Karime y su bebé en la Recomendación 16/2019. Pero ninguno de los funcionarios responsables ha sido sancionado.

Karime continúa en prisión y su única esperanza es obtener un indulto otorgado por el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. 

Este indulto implicaría la cancelación de su pena debido a los abusos y arbitrariedades sufridos, permitiéndole finalmente reunirse con su familia e hija, quien ha estado separada de su madre los últimos 13 años.

Esa es la herencia que dejó un sistema podrido hasta la médula: jueces, ministerios públicos y policías convertidos en criminales que desacreditaron a las instituciones y llevaron al clímax la crisis de confianza social. Malditos sean…

Justo ahora se promueve una enérgica cruzada en el país exigiendo libertad inaplazable a Karime, aun cuando los implicados en tal canallada sin duda quedarán impunes porque el tiempo prescribió los delitos que cometieron contra sus víctimas.

Urge una purga en el Poder Judicial que destierre vicios, círculos de complicidad, prácticas autoritarias y corrupción. La justicia no puede seguir controlada por facinerosos ni esquizoides.

¿Fin del mundo?

La escatología es misteriosa, perturbadora y morbosa. Está presente en diversas culturas, religiones y forma parte del desarrollo rutinario.

Sombrilla en mano, típica voz matizada de bondad, monoteístas de pura cepa, los Testigos de Jehová van de casa en casa prediciendo el Apocalipsis. Tienen su origen desde el siglo XIX, pero sus métodos de adoctrinamiento no son los más eficaces.

Son testarudos y pueden tardar media hora tocando a la puerta. Casi siempre se les rechaza porque el catolicismo es dogma que domina al mundo hasta en un 77.9 por ciento.

Bueno, ni ellos, pese a su hermenéutica bíblica, tienen la verdad absoluta sobre el colapso global.

En Israel acaba de nacer una vaca roja que, según los creyentes, es un mensaje para la construcción del Tercer Templo en Jerusalén. En otras palabras, que pronto llegará la extinción…