En la capilla de la residencia de Santa Marta, una monja reza conmovida ante el cuerpo del papa Francisco, quien yace en un féretro con un rosario entre sus manos. Fue allí, en esa sencilla residencia dentro del Vaticano, donde el pontífice decidió vivir desde 2013, alejándose del lujo del Palacio Apostólico. Este martes, dignatarios, trabajadores y miembros de la curia comienzan a despedirse del líder de 1,400 millones de católicos, que falleció el lunes a los 88 años.
El acceso a la capilla, reservado por ahora a círculos internos del Vaticano, se realiza en silencio y por grupos pequeños. Algunos rezan, otros lloran, pero todos se santiguan en señal de respeto. Monjas, obispos, jardineros y personal médico honran con solemnidad al papa argentino. A partir del miércoles, el féretro será trasladado a la Basílica de San Pedro, donde comenzará la capilla ardiente para el público. El funeral se celebrará el sábado con la presencia de líderes y reyes del mundo.