1 y 2 de noviembre se celebra la vida, no la muerte

El altar está cargado de significados religiosos. Guillermo Ramos / CP
El altar está cargado de significados religiosos. Guillermo Ramos / CP

Flores, incienso, nostalgia, recuerdos, altares, ofrendas y otros elementos que recuerdan a los seres que han partido de este mundo terrenal surgen cada año, los días 1 y 2 de noviembre, en una tradición que, de acuerdo con la fe católica, se celebra la victoria de la vida eterna por encima de la muerte física.

A pocos días de una de las tradiciones más emblemáticas de México, el párroco de la iglesia de San Roque y San Bartolomé Apóstol de Tuxtla, presbítero José Luis Hernández, explicó la visión de la Iglesia Católica sobre la conmemoración, enfatizando que, desde la fe, se celebra a un “Dios de vida” y la promesa de la vida eterna.

En el marco de la festividad conocida popularmente como Día de Muertos, el Padre Hernández aclaró que para la Iglesia, esta celebración se denomina de manera formal como el “Día de los Fieles Difuntos”.

“Religiosamente no lo llamamos Día de Muertos nosotros, sino de los Fieles Difuntos”, precisó el párroco. “Celebramos desde el ambiente religioso católico apostólico a un Dios de vida, no un Dios de muerto. Y la trascendencia que esto tiene para nosotros”.

El significado dela oración y el altar

El padre Hernández destacó que el rezo y la oración por los difuntos son actos fundamentales, ya que constituyen una ayuda para las almas en su proceso de purificación. Citando al papa Francisco, recordó la invitación: “No olviden a sus difuntos en las tumbas”, subrayando la importancia de la oración constante.

Respecto a la elaboración de los altares, explicó que la Iglesia promueve que tengan tres niveles, los cuales simbolizan los tres grados de la Iglesia: “La iglesia que peregrina (los vivos), la iglesia que purga (las almas en purificación) y la iglesia triunfante (los que ya están en el Reino de los Cielos)”.

El altar y susimbolismo cristianizado

Flor de cempasúchil: representa la esperanza de que las almas alcancen la iglesia triunfante.

Velas y cirios: significan la luz de Cristo.

Agua: simboliza la vida y recuerda el Bautismo.

Pan de muerto: evoca la Eucaristía y la unión con Cristo.

Incienso: representa las oraciones que suben al cielo como ofrenda.

Arcos de flores: simbolizan la entrada al cielo.

Comida: representa el banquete eucarístico y la comunión.

Sobre la costumbre de incluir licor, cigarros u otros objetos mundanos, el párroco fue claro: “Desde mi concepción no debería haber, porque son gustos que en realidad producen muerte. Desde un aspecto cristiano religioso no se debe promover”.

El Halloween no esuna tradición nuestra

Frente a la creciente influencia del Halloween, el presbítero Hernández hizo un enérgico llamado a no distorsionar la tradición. “Desafortunadamente se ha ido penetrando esta cultura anglosajona y es como distorsionar toda la riqueza de nuestra cultura”, afirmó.

Invitó a los fieles a evitar los disfraces de monstruos y personajes de terror. “Si quieren vestirse de algo, vístanse de santos. Dejen de disfrazar a sus niños con esos atuendos que no traen nada bueno”.

Alertó que lo que parece un simple juego puede convertirse en una costumbre negativa.

Finalmente, el párroco tuxtleco reforzó el mensaje central: la invitación es a orar por el eterno descanso de los fieles difuntos, recordarlos con alegría y vivir la tradición desde su profundo sentido religioso, que ve en la muerte no un final, sino el paso a la vida eterna prometida por Jesús.