El 16 de septiembre es una fecha muy importante para todos los mexicanos, pues se conmemora el comienzo de la independencia de México de España en 1810.
Desde la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, en el pueblo de Dolores, el cura Miguel Hidalgo y Costilla convocó a una lucha armada en contra de la dominación española, en un acto conocido como el Grito de Dolores, la noche antes, no obstante, fue en esta fecha cuando realmente inició la primera “revolución” en lo que después sería nuestro país.
En la madrugada del 16 de septiembre de 1810, tras sonar las campanas de la parroquia, el cura Hidalgo llamó a los pobladores de Dolores (Guanajuato) a luchar en su famoso Grito de Dolores, acto que se considera el inicio de la guerra de independencia de México.
La lucha por la independencia obedeció a una serie de factores tanto endógenos como exógenos que hicieron mella en la estructura económica y política dentro del virreinato de la Nueva España.
De acuerdo con la historia, el cura convocó a una lucha que, en primera instancia, no estaba dirigida a obtener la independencia de los territorios, sino a derrocar al grupo de peninsulares apostados en el poder que concentraban los espacios más importantes en la administración burocrática y religiosa de la Nueva España.
Al grito de ¡Viva la virgen de Guadalupe!, ¡Viva Fernando VII!, ¡Muera el mal gobierno!, una turba enardecida por todos los abusos cometidos en su contra, sin preparación militar y en un evidente caos, se dirigió hacia la capital Guanajuato haciendo despojos a su paso y ajusticiando por propia mano a los gachupines interpuestos en su camino.
No eran un ejército ni mucho menos, sino seguidores del cura, quienes estaban hartos de los malos tratos.
Una crisis de producción de alimentos, provocada por sequías, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, agregó una variable más a la ya de por sí complicada situación de la Nueva España.
Antes del estallido de la guerra de Independencia, lo que era entonces la Nueva España también fue afectada por un brote de epidemias y un importante número de muertes. Las condiciones eran perfectas para la insurrección.