Las conmemoraciones por el 2 de octubre en México, como en Chiapas, tiene una connotación histórica de lucha de los derechos humanos, pero también evocan una búsqueda de la paz mediante el respeto de las voces comunes.
Así lo expuso el cronista Jorge Alejandro Sánchez Flores, quien dijo las manifestaciones estudiantiles y su represión en el centro del país representan un parteaguas de la historia colectiva del México contemporáneo.
El también cronista honorario del Poder Judicial del Estado de Chiapas señaló que muchos de los movimientos sociales de la entidad han sido influenciados por la masacre de Tlatelolco en 1968, un escenario sangriento donde todo cambió.
Desde la figura del Estado, representada por el PRI y Gustavo Díaz Ordaz, hasta el de la sociedad, los medios de comunicación, la Iglesia misma y la visión genérica de México en la comunidad internacional.
Incertidumbre
El Estado de ese entonces nunca fue claro con los hechos y eso fortaleció el papel de la sociedad civil organizada mediante organismos que crecieron y desbordaron su participación social.
La Iglesia, hasta cierto punto, fue inicialmente omisa aunque después trató de reivindicar su papel, lo mismo que los medios de comunicación.
Pero lo más destacado fue la comunión social que existió para reivindicar de nueva cuenta a los derechos humanos y valorar su papel fundamental en la construcción de las sociedades.
Pero además de guardar en la memoria estos eventos trágicos con la comunidad estudiantil y la disidencia, se conmemora también la búsqueda de la paz.
El 2 de octubre paradójicamente también se conmemora el Día Internacional de la No Violencia, una fecha establecida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para honrar el nacimiento de Mahatma Gandhi y promover una cultura de paz.
Es por eso que no se olvidan los hechos, la sociedad deberá transitar hacia una cultura de la paz, aprendiendo de los eventos y fortaleciéndose desde las experiencias, dijo.