Un equipo de investigadores de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach) reportó tres nuevos registros de peces en la subcuenca del río Sabinal, elevando a 16 el número total de especies identificadas en esta zona.
Entre ellas, destacan dos especies exóticas invasoras, el cíclido jaguar (Parachromis managuensis) y el pez diablo (Pterygoplichthys disjunctivus) y una nativa del Pacífico mexicano, la mojarra prieta (Amphilophus trimaculatus).
El estudio, publicado en la revista Lacandonia, y elaborado por Ernesto Velázquez, Elizabeth Domínguez, Manuel Anzueto y Esteban Pineda, revela que el 33 % de las especies en el río Sabinal son invasoras, lo que representa un riesgo para el ecosistema.
“Estos peces compiten con las especies locales por alimento y hábitat, además de alterar las redes tróficas”, explicó el Ernesto Velázquez, autor principal del artículo.
Biodiversidad en riesgo
El río Sabinal, que atraviesa la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, ha sido históricamente usado como vertedero de desechos urbanos e industriales.
Pese a esto, alberga el 14.5 % de la ictiofauna de agua dulce de Chiapas, que los investigadores sostienen debe ser un sistema resiliente, pero urge restaurarlo antes de que colapse.
Los ejemplares fueron recolectados entre 2023 y 2024 mediante el uso de redes y anzuelos, y se respaldaron con evidencia fotográfica y datos morfométricos.
El pez diablo, originario de Sudamérica, ya se ha expandido en México desde los años 90, mientras que el cíclido jaguar, proveniente de Centroamérica, se registró por primera vez en la cuenca del Grijalva en 2009.
Llamado
Los investigadores subrayan la necesidad de implementar medidas de control y erradicación para evitar daños mayores, pues según señalan, “las especies invasoras no solo impactan la biodiversidad, sino también la economía y la salud”.
La actualización taxonómica del río Sabinal refleja cambios recientes en la clasificación de peces a nivel global. Por ejemplo, la mojarra prieta ahora se ubica en el orden Cichliformes y no en Perciformes, como antes.
Este hallazgo refuerza la urgencia de proteger la subcuenca, un corredor ecológico clave en la región hidrológica Grijalva-Usumacinta.