Anita Hernández Sántiz, tseltal de 32 años, no pudo asistir a la escuela cuando era niña por diversas razones, entre otras, porque en muchas localidades indígenas los padres solo inscriben a los varones.
Sin embargo, nunca perdió las esperanzas de aprender a leer y escribir, por lo que hace más de dos años se inscribió y comenzó la primaria en el Instituto Chiapaneco de Educación para Jóvenes y Adultos (Icheja).
Durante el acto de entrega de certificados de primaria y secundaria, realizado en el marco del Día Internacional de la Alfabetización, Hernández Sántiz recibió su boleta de primaria, junto con decenas de personas más de diferente edad, procedentes de distintos municipios de los Altos de Chiapas.
Con mucho orgullo y satisfacción, cargando sobre un chal a su pequeño bebé de meses, pasó al estrado a recibir entre aplausos el documento de manos de funcionarios del Instituto para la Educación de los Adultos (INEA) y del Icheja.
En entrevista posterior, contó que sus padres no la mandaron a estudiar cuando era niña porque “estaban en sus labores domésticas, no había escuela en la comunidad y por el hecho de ser mujer”, aunque en su caso tampoco sus hermanos varones fueron a un centro educativo. “Ninguno de los cinco hermanos fuimos a la escuela”, agregó.
Anita, quien habla poco español, es originaria de la comunidad de Yashá, tiene seis hijos, el mayor de 12 años que estudia la secundaria y está convencida de que todos deben de ir a la escuela para que no crezcan como ella, sin saber leer ni escribir.
“A mí me gusta estudiar, pero a veces no me da tiempo de realizar todas las actividades. Me llevó más de dos años sacar la primaria porque venía reprobando, pero ya terminé y estoy muy contenta”, comentó.
Aseguró que una vez que concluyó la primaria —recibiendo instrucción en su lengua materna—, está decida a cursar la secundaria.
Mencionó que de haber tenido posibilidades de ir a la escuela cuando era niña, le habría gustado estudiar la carrera de educadora.