Desde muy joven supo que su vocación era la ciencia e investigación, y como tal, decidida a profesionalizarse y superar sus propias expectativas, se ha ido abriendo paso en cada lugar que le ha tocado estar, a pesar de algunos actos de discriminación que le ha tocado vivir sólo por ser mujer.
Así ha sido la vida de la doctora en Ecología y Desarrollo Sustentable, Gabriela Palacios Pola, profesora investigadora de la Facultad de Ciencias de la Nutrición y Alimentos de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), adscrita al Programa Educativo de Gastronomía desde hace 14 años.
Cuenta que ha tenido muy claro sus objetivos profesionales desde muy joven, por lo cual se ha dedicado a trabajar de forma permanente logrando paso a paso cada uno, como el dedicarse a la investigación, aunque admite que ha tenido obstáculos para avanzar algunos peldaños por el hecho de ser mujer, específicamente en la administración pasada de la universidad.
¿Dónde inició su formación profesional?
Estudié en el Tecnológico de Tuxtla Gutiérrez la Ingeniería en Bioquímica, una carrera que me llamó mucho la atención porque permite incorporarse en muchos ámbitos, hacer muchas cosas –esto acorde a su pasión por la investigación que desarrolló desde muy joven–.
Al egresar tenía claro que quería dedicarse a la investigación, “pero algunas ofertas de empleo se presentaron y me alejaron temporalmente de ese objetivo, incluso me había planteado ser doctora en ciencias a los 25 años”, pero eso llegó 20 años después.
Trabajó en una institución pública, en una empresa privada, regresó a las aulas para su especialidad en Biotecnología Vegetal, también en el Tecnológico Regional, donde conoció a su esposo que al igual es investigador. También estudió otra maestría en Biotecnología en la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach).
El inicio en la Unicach se da cuando empieza la Licenciatura en Gastronomía y Alimentos. Empezó como docente por horas, en 2006, hasta lograr ser docente de asignatura, y, finalmente, de tiempo completo en 2012. “Fue ahí que nos pidieron que nos actualizáramos y busqué estudiar el doctorado”, comenta.
¿Ha sido complicado abrirse paso en la ciencia e investigación?
Realmente sí existe discriminación para las mujeres en todas las áreas y la he percibido muchas veces. Por ejemplo, yo concursé para directora de la facultad –en el 2017 cuando la rectoría era encabezada por Rodolfo Calvo Fonseca– y ninguno de los evaluadores volteó a verme cuando presenté mi evaluación.
Es algo que todavía no olvido, cuántas horas invertí en la preparación de la propuesta y no la escucharon, estaban en su celular; y cabe resaltar que ganó un varón, y creo que era algo que ya sabíamos que iba a ocurrir. No lo saben ni actuar.
A nosotras las mujeres nos dicen vete a preparar, y yo ya regresé preparada y entonces ahora necesito oportunidades. La oportunidad de manifestarse por este medio es maravillosa, porque yo represento a muchas mujeres que quizá han querido estar de rectoras, por ejemplo.
Afortunadamente no siempre es así, ya que algunos hombres al frente de administraciones anteriores me tomaron en cuenta, y los espacios que se tienen hoy en gastronomía son el reflejo.
¿Qué mensaje le envía a las mujeres que ya están en la ciencia?
Nos falta trabajar mucho en la sororidad, apoyarnos en construir redes de mujeres para poder combatir esa discriminación. Con mis alumnos siempre fomento la inclusión, incluso en 50-50, y si detecto alguna discriminación intervengo de la mejor manera, con respeto e imparcialidad.
Ahora es más fácil poder incidir para combatir la discriminación, hay mayor inclusión entre los mismos jóvenes, mayor igualdad, entienden mejor las cosas, y lo aprendo con mis hijos, que tienen la misma edad que mis alumnos, y sé que tienen más canales de información.
También me he acercado a profesoras para tomar cursos, diplomados, porque me interesa mucho. Ahora soy enlace de Género de la facultad, me están formando porque están interesados en que cada vez estemos más actualizados en temas de género, a través de la Unidad de Género y Derechos Humanos, que se creó en esta administración.
¿Con qué investigación obtuvo el grado de doctora?
Para especializarme en el área de Ecología y Desarrollo Sustentable, realicé una tesis en el doctorado, en el Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), en relación a los principales maíces que se cultivan y se consumen en Chiapas.
Lo interesante es que son razas criollas, nativas de nuestro estado, el tuxpeño, olotón y comiteco. Investigué las características de su estructura y cómo se reflejan en los productos nixtamalizados, particularmente en tortillas y en tostadas, a través de estudios sensoriales.
¿Cuáles fueron los resultados?
Los análisis que realice en campo, nos dieron resultados interesantes de cómo se hace la nixtamalización en tres regiones del estado, tropicales, que es donde se cultiva el tuxpeño; las mujeres tienen por costumbre hacer el nixtamal en la mañana, lo que funciona bien porque la estructura del maíz lo permite.
Las mujeres de la Meseta Comiteca y de los Altos, como manejan el maíz olotón y comiteco, que tienen una estructura distinta, no pueden hacer el nixtamal tan temprano porque las tortillas no quedan bien; deben hacerlo a la media tarde del día anterior.
“Lo que me dijeron (cuando concursó por la Dirección de la facultad) fue que ‘le hace falta tener un grado’… va, muy bien, voy a estudiar mi doctorado y ahora regreso; y les digo que ya estoy lista, porque no me interesa el puesto por el poder, me interesa por tener la capacidad de hacer mejorar a mis estudiantes”.
“Compaginar el papel de madre y trabajadora ha sido difícil, con la pareja es todavía más complicado. Tengo la fortuna de estar casada con un investigador que sabe el tiempo que implica, que no sólo es de ocho horas”.
“Comparto con mis alumnas que tenemos los mismos derechos, que tenemos que hacer un movimiento de resistencia, pero también ser vistas, manifestándonos de la mejor manera, haciendo ciencia, mostrándola, con respeto, para ser bien vistas, no exigir a través de la violencia”.
“Afortunadamente, la nixtamalización no se ha perdido del todo, porque la venta de tortillas de maíz se ha vuelto una actividad económica muy popular en las comunidades para obtener ingresos extras; las mujeres viajan a las zonas urbanizadas para vender lo que los hombres cultivan”.
“Tenemos sólo una mujer rectora en la historia de la Unicach, ¿por qué?, porque las mujeres no hemos tenido la capacidad, ¡no!, es la inequidad de género que todavía existe, y en la investigación también existen muchas limitantes”.