Primera de dos partes
Hacer frente a una adicción como las drogas o el alcohol desde el interior de una familia, es en sí mismo complicado.
Los centros de rehabilitación conocidos como anexos, siguen siendo espacios en donde se padecen una serie de situaciones complejas por parte de quienes son integrados.
Son los familiares quienes en su momento firman un documento donde se hacen responsables de lo que pueda sucederle a quien dejan al cuidado de los responsables de la clínica de rehabilitación o anexo.
Enfermos de alcoholismo o drogadicción son llevados a estos centros donde se ofrece una rehabilitación integral.
La enfermedad que arrebata la voluntad
Dentro de la comunidad de Alcohólicos Anónimos, se define que el alcohol es un enemigo insidioso, progresivo y mortal.
En palabras de Julio César “N”, de 39 años de edad, esta definición es bien aplicada, ya que este mal que comenzó como un vicio sin importancia le había arrebatado completamente la voluntad, al punto de tener que buscar ayuda e internarse en centros de rehabilitación que son otros espacios que trabajan con el programa de AA basados en 36 principios espirituales y tres legados: unidad, servicio y recuperación.
En entrevista para Cuarto Poder, rememora que su primer contacto con la bebida fue a la corta edad de 12 años, cuando según dice, no había algún motivo, fue la curiosidad que lo motivó a terminarse un poco de licor que había sobrado de una fiesta familiar.
Nunca imaginó que al paso de los años ese primer trago lo llevaría a vivir un verdadero infierno.
Creció en una familia disfuncional, con un hermano mayor alcohólico y drogadicto, por lo que poco a poco se volvió consumidor asiduo de alcohol y drogas; a los 15 años esta enfermedad lo había atrapado, desde ese momento comenzó a experimentar cambios en su conducta, como ser más agresivo, y afectaciones a su salud, como taquicardias y alucinaciones.
“Curiosamente, una persona como yo, en lugar de dejar la bebida, tomé con más frecuencia; el placer se volvió una búsqueda incansable de otras sustancias, era alcohol, cocaína, fiestas, desvelos, mentía en casa. A los 17 años ya era alcohólico, a los 20 estaba atrapado, consumía alcohol y drogas todos los días, robaba las joyas de mi madre, robaba cosas de valor para poder comprar las sustancias que mi cuerpo me exigía”, relató.
Al paso del tiempo incrementó la cantidad de consumo; Julio ya consumía otras sustancias, sufría delirios de persecución, crudas morales, miedos, temblores, había pasado a la fase crónica del alcoholismo.
Fue en esa etapa, a los 28 años, cuando por decisión de su familia fue “anexado” a un albergue para apoyarlo con esta enfermedad.
“Me anexaron un 28 de mayo de 2008, precisamente tres días antes de mi cumpleaños; mi familia pidió ayuda para que estuviera en este centro de rehabilitación en el municipio de Ocozocoautla, denominado ‘Una Luz en la Oscuridad’, a cargo del ‘padrino’ Roque”.
En este lugar permaneció tres meses; “la verdad es que me internaron en contra de mi voluntad, yo quería seguir con esa vida, destruyéndome y a las personas que me rodeaban. Cuando me llevaron me agarraron a la fuerza, me subieron a un carro y me internaron”.
Posterior a su proceso de rehabilitación, tardó algunos meses sin beber alcohol y sin consumir sustancias, pero antes de un año volvió a caer en las garras del alcohol, “reconozco que todavía no había aceptado que era un enfermo alcohólico. Por ocho años dolorosos seguí consumiendo alcohol y drogándome; hasta que finalmente, después de pasar amargas experiencias volví a buscar ayuda. Esta vez nadie me llevó a la fuerza, busqué un grupo de AA y me han ayudado con mi problema”.
A su parecer, el alcoholismo es una enfermedad terrible que le había arrebatado la voluntad ya que vivía y moría por el alcohol. A su llegada de nueva cuenta, traía más experiencia, la bebida le había quitado a su familia, pero también a su hermano mayor, el cual murió de cirrosis hepática y en carne propia vio cómo literalmente vomitó el hígado en pedazos a causa de consumo del alcohol.
Los albergues, un método para ayudar al alcohólico
Fabián Sánchez Sánchez, con 23 años de militancia en los programas de autoayuda de AA, en Chiapas dio a conocer que estos centros de rehabilitación han surgido como una opción para ayudar a las personas con adicciones al alcohol y otras sustancias.
De acuerdo con el “padrino” Fabián, como es conocido, los albergues surgieron casi desde que el programa de AA surgió. Anteriormente estos espacios eran conocidos como “casas de reposo o secado” en 1940, eran comunes y con el paso del tiempo fueron proliferando como una necesidad.
“La realidad es que los albergues surgen como una necesidad para apoyar al individuo con sus adicciones. Hasta el momento existen dos tipos de albergues, los que son de puertas abiertas y los de puertas cerradas. Yo tuve la oportunidad de participar en los primeros, donde los enfermos tienen que tener la voluntad de querer ingresar, sin embargo, las personas en rehabilitación no pueden salir”, explicó.
El mecanismo de ingreso era que un médico realizaba la valoración de la persona y a través de la autoayuda, por medio de compartir experiencias entre los mismos compañeros, se daba el proceso de rehabilitación.
Expuso que estos centros de rehabilitación están mal vistos o se tiene la idea generalizada de que se maltrata a los internos.
En algunos lugares sí se han dado este tipo de problemas, sin embargo, esto tiene su raíz en la ingobernabilidad del anexado, es decir, llegan agresivos y el personal tiene que contrarrestar la situación.
“Es muy común que las familias al no tener alternativa o al no saber cómo ayudar al enfermo, busquen este tipo de centros de rehabilitación. Piden la ayuda, “al día de hoy se paga una cuota. Los encargados del albergue son los que acuden a traer a los enfermos, ya que difícilmente alguien ingresa por cuenta propia”, subrayó.
Explicó que el tiempo de estancia ha cambiado, anteriormente era de tres meses, ahora son cuatro como mínimo de internamiento, “con el paso del tiempo nos dimos cuenta que ese tiempo no era suficiente. La experiencia nos ha dado a entender que los primeros dos meses de internamiento son para que se acepte la enfermedad, al tercero ya hay una aceptación, al cuarto mes el interno comienza a ayudar a otros”.
Agregó que las autoridades lo que han hecho es tratar de regular el funcionamiento de los mismos albergues, pero un panorama general es que este tipo de espacios, así como otros que se manejan bajo los principios de AA, son los que han mostrado dar buenos resultados.
Para el “padrino” Fabián no existe hasta el momento una garantía de rehabilitación al ingresar a los grupos o albergues, “pero la realidad que nos ha dejado la experiencia ha sido que se rehabilita en mayor medida aquel individuo que tiene el sincero deseo de hacerlo, aquel que se ha cansado de sufrir”. Salud
El alcoholismo como enfermedad
1976
Fue diagnosticado como una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud.
Se acuñó el término de síndrome de dependencia alcohólica, que corresponde a “un estado psíquico y habitualmente también físico resultado del consumo de alcohol, caracterizado por una conducta y otras respuestas que siempre incluyen compulsión para ingerir alcohol de manera continuada o periódica”.
Rehabilitación
Programa de recuperación de Alcohólicos Anónimos
Rehabilitarse es un hecho que hasta el momento muchos consideran un milagro; dos hombres que padecían esta enfermedad crearon un programa de recuperación y autoayuda el cual ha demostrado gran efectividad, se trata de Alcohólicos Anónimos (AA)
AA comenzó en 1935, en Akron, Ohio, como resultado del encuentro de Bill W., un agente de bolsa de Nueva York, y el Dr. Bob S., un cirujano de Akron.
Para 1946 esta comunidad había crecido considerablemente; en ese año los primeros grupos comenzaron a sesionar en México, y no fue sino hasta 1960 cuando el mensaje llegó a Chiapas y así comenzaron a funcionar para ayudar a las personas a superar su alcoholismo.