Tras más de 10 horas de trabajo, Alberto Bolaños Guillén y un grupo de 23 artesanos originarios de Tuxtla Chico dan vida a una colorida obra de arte: una alfombra de aserrín de 58 metros de largo, creada para conmemorar el Día de Muertos.
Bolaños Guillén detalló que la tradición de su pueblo requiere un proceso creativo meticuloso, de mucha paciencia y creatividad, sin embargo, el resultado siempre refleja la satisfacción de horas de trabajo.
Proceso
El primer paso, explicó, consiste en recolectar aserrín blanco de maderas como pino o primavera, proveniente de aserraderos o carpinterías, evitan los tonos oscuros pues asegura que no permite una buena coloración.
“Ese aserrín lo llevamos a cabo con un colador que tenemos, lo que es una zaranda. Lo colamos y empezamos con la pigmentación”, relató el artesano. Los colores se logran con un pigmento llamado Nelina, proveniente del país vecino de Guatemala, que se mezcla con agua. Una vez teñido, el aserrín se deja secar antes de comenzar el diseño.
Diseño
Una vez encostalado por colores, se traslada al lugar donde se realizará la alfombra y comienzan con el trazado de figuras, como las flores de cempasúchil que adornan la alfombra actual que para darle realce y brillo le han colocado diamantina. Para realizar los símbolos tradicionales como el pan de muerto, se requiere de moldes y la colaboración de dibujantes, rellenadores y especialistas en fondos, todo un equipo de artistas que se complementan.
La humectación es crucial durante el proceso, cada 15 a 20 minutos es necesario regar el aserrín con bombas fumigadoras, debido a que el sol y el viento lo secan y hacen que pierda color y se vuele.
Para esta pieza de 58 metros se utilizaron cerca de cien costales de aserrín y su elaboración comenzó cerca de las tres de la mañana del pasado miércoles. A pesar de lo laborioso del proceso, el artesano lo define como una “bonita experiencia” que disfrutan realizar y compartir.












