La alienación parental es un tipo de violencia psicológica más común de lo que se piensa. Se manifiesta, entre otras situaciones, cuando uno de los padres habla mal del otro a sus hijos para generar rencor u odio, afectando directamente la salud mental de los niños.
Alejandro Mendoza Amaro, doctor en psicología, refirió que el hablar mal con los hijos o hijas del padre o la madre, se da tanto en hogares que conviven y no se han separado, como cuando se vive una separación o divorcio.
Cuando se da en una familia integrada se denomina “triangulación” o “coaliciones”, y cuando se presenta en torno a una separación se conoce como “alienación parental”. Se trata de dar información falsa o verdadera al hijo, que es innecesaria e incomprensible para su edad y que atañe únicamente a la pareja.
Los niños por su edad no deben ser expuestos a situaciones que pueden generar encono u odio; sin embargo, en contextos de violencia verbal, en separaciones o convivencia negativa a los menores se les enseña a odiar. Ningún niño nace con esa característica.
Hay estudios realizados por especialistas en psicología en Estados Unidos e Italia, que han documentado que algunos adultos tienen mayor sintomatología ansiosa con un estado de bienestar disminuido, con relación a haber estado expuestos a conductas de violencia en la infancia, esto quiere decir que las consecuencias son para toda la vida.
El también presidente del Movimiento Global de Integridad Científica en Alienación Parental, dijo que esto genera un rompimiento psicológico y emocional contra el otro padre, y lo hacen tanto hombres como mujeres.
Repercute como cualquier otra forma de violencia psicológica, afectándolo de por vida (al menor), tanto en su salud mental como repitiendo el patrón de enseñar a los más chicos a odiar.
El mensaje debe ser de tolerancia, proteger a los niños, enseñarles a establecer lazos saludables y amorosos con las personas que los rodean, además de que es un derecho el convivir con toda su familia en una vida libre de violencia.