El Centro Internacional para el Mejoramiento del Maíz y el Trigo (Cimmyt) insistió a la ciudadanía chiapaneca a no quemar el rastrojo, en cambio, aprovecharlo para la mejora de la fertilidad del suelo y el cuidado del medio ambiente. La organización internacional, en el marco de la campaña “El rastrojo vale”, consideró a dicho material como una inversión que mejora la generación de cosecha.
El Cimmyt ubicó el aporte del 35 % de nitrógeno, 12 % de fósforo, 80 % de potasio y hasta 95 % del calcio respecto a la cantidad total de rastrojo que se aplica en los cultivos. “El rastrojo tiene un gran valor y lo podemos aprovechar para el cultivo del ciclo siguiente. Estos datos son importantes porque las prácticas comunes que realizan los productores es empacarlo para forraje o, simplemente quemarlo —práctica que en lo últimos años ha disminuido considerablemente— para dejar limpia la parcela, sin saber el verdadero valor monetario que tienen en sus parcelas gracias al rastrojo”, enfatiza un grupo de expertos.
El rastrojo de 13,5 toneladas de maíz por hectárea sería equivalente a fertilizantes con un valor aproximado entre 15 y 16 mil pesos por hectárea. Además de reducir el impacto al medio ambiente por la quemas agrícolas, el valor del rastrojo tiene un equivalente monetario. En este sentido, aprovecharlo como cobertura del suelo es una alternativa viable y pertinente para los productores.
Agricultura de conservación
En agricultura de conservación los rastrojos se emplean como potenciadores de suelo al dejarlos como cobertura. Esta práctica disminuye el efecto de la erosión, conserva la humedad del suelo y contribuye a controlar malezas; asimismo, brinda a las personas dedicadas a la producción agrícola la oportunidad de incrementar a mediano plazo el contenido de materia orgánica del suelo y hacerlo más fértil (al devolverle parte de los elementos que son extraídos por los cultivos). Por ello, la recomendación es dejar al menos 30 % de los residuos de cosecha como cobertura.
Gracias al manejo de rastrojos y la difusión de diversas prácticas sustentables, las productoras y los productores pueden observar cambios positivos tanto en el suelo como en los cultivos.