Este año, a diferencia de las dos décadas anteriores, las miles de mariposas “alas de agua” que hicieron su santuario en un espacio de 32 hectáreas de cafetales y un río, en el ejido El Águila, Cacahoatán, en las faldas del volcán Tacaná, no arribaron.
Pobladores y turistas que esperaban ansiosamente su llegada entre noviembre y diciembre, así como su permanencia entre enero y febrero, se quedaron esperándolas. Lugareños señalan que esto podría ser una consecuencia del cambio climático y el calentamiento global, una modificación en la migración de estos insectos.
En entrevista, Feliciano Morales Roblero, de la sociedad cooperativa que administra el centro ecoturístico en el ejido cacahoateco, señala que hace algunos años también marcaron su ausencia por dos años y luego regresaron; por ello, señala, tienen la esperanza de que se regrese a la normalidad, ya que es un atractivo más para los turistas que visitan esta zona de enorme riqueza natural.
Este año ya no se pudo presenciar semejante espectáculo para los amantes de la naturaleza, o también llamado turismo de aventura, quienes gustan de admirar dicho fenómeno de la naturaleza, al observar con detenimiento las miles de mariposas que revolotean ante el mínimo viento que arrulla las ramas de los cafetales y que provoca un silbido musical, como si se formaran pequeñas nubes que van de un lado a otro, festejando a la naturaleza.
Son cientos de visitantes los que buscan llegar a ver este espectáculo en la zona enclavada en las faldas del volcán Tacaná -perteneciente a la reserva de la biósfera del mismo coloso- y que además tiene otros atractivos como el río, la cascada y mucha más naturaleza, así como restaurantes campiranos.
Con la ausencia de las mariposas “alas de agua” el turismo se vio disminuido dentro de esta zona. Aunque esto también es complementario con la pandemia, que ha condicionado el turismo en todo el mundo.