El ejido El Fortín, en Pijijiapan, se convierte en el epicentro de una batalla silenciosa donde el mangle rojo (Rhizophora mangle) renace como primera línea de defensa para frenar el embate del mar, proteger comunidades y ser cuna de aves y especies marinas.
Carlos Morales, promotor Forestal de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) en Chiapas, informó sobre una visita de supervisión a los trabajos de restauración del mangle rojo como parte del programa de Compensación Ambiental de la Conafor, el cual tiene como meta restaurar un total de 50 hectáreas en esta zona reconocida por su gran riqueza ambiental.
El objetivo principal del proyecto es fortalecer el equilibrio ecológico y mantener las condiciones adecuadas para la reproducción de aves en la región costera.
Durante la supervisión, Morales destacó la importancia crítica de conservar los ecosistemas costeros, como los manglares.
“La conservación de nuestros ecosistemas costeros es clave para enfrentar los efectos del cambio climático y proteger nuestra biodiversidad”, señaló el promotor.
La restauración del mangle rojo en El Fortín adquiere especial relevancia. Este ecosistema, dominado por la especie Rhizophora mangle, desempeña funciones ecológicas insustituibles.
Los manglares rojos actúan como barreras naturales que protegen las costas contra la erosión y el embate de fenómenos meteorológicos extremos, cada vez más frecuentes debido al cambio climático.
Además, son reconocidos como sumideros de carbono altamente eficientes, capturando y almacenando grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera, contribuyendo así a la mitigación del calentamiento global.
Estos bosques salados también son fundamentales para mantener la biodiversidad. Constituyen el hábitat esencial, zonas de cría y alimentación para una gran variedad de especies de peces, crustáceos, moluscos y, como se menciona en el proyecto, para numerosas aves residentes y migratorias. La salud de las pesquerías costeras locales depende directamente de la integridad de los manglares.
