Bosques en riesgo por deforestación

Chiapas ha perdido 55 por ciento de sus bosques y selvas por deforestación, con el fin de ser transformadas para realizar actividades agropecuarias, advirtió la organización internacional The Nature Conservancy (TNC).

Dentro de este total de hectáreas arrasadas, la producción de café, maíz y la ganadería son las actividades que ocupan un tercio de las superficies agropecuarias.

Expertos han mencionado que la ampliación de las actividades primarias hace que en la entidad incremente el riesgo climático y a la vez aumente la vulnerabilidad de amplias áreas de bosque tropical.

Tan solo en la Selva Lacandona se ha perdido cerca de 73 por ciento de su extensión original, al pasar de una superficie de un millón 800,000 hectáreas a 500 mil. La mayor parte de la deforestación en esta selva sucede en sus bordes, y avanza hacia su interior por la apertura de nuevas parcelas o áreas de pastoreo.

Este tipo de agricultura basada en el sistema de roza, tumba y quema, que le arrebata terreno a los bosques tiene una pecualiaridad, ya que a falta de recursos o mecanismos para contrarrestar el agotamiento natural del suelo, en pocos ciclos se abandonan las parcelas que se vuelven improductivas e infértiles.

Esto -además de incentivar la apertura de nuevas áreas a través de la deforestación- favorece el empobrecimiento de la población, afirmó el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt).

Chiapas, es el segundo estado con más bosques en el país y la entidad que más incendios registró en 2015, 2018 y 2019 -con un promedio de afectación de 6,600 al año-, en su mayoría causados por quemas agrícolas.

Este último dato, el Cimmyt lo denominó como preocupante porque 57% de las emisiones de gases de efecto invernadero son producto de la degradación y la deforestación, seguido de las actividades agropecuarias (la ganadería y el uso de fertilizantes agrícolas aportan 19%).

Además, esta actividad de roza, tumba y quema, hace que los niveles de producción de la agricultura migratoria muchas veces sean tan bajos que apenas proporciona alimento al productor y su familia.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), 52.2% de la población de Chiapas está en alguna situación de inseguridad alimentaria, por lo que es importante promover acciones para reducir el riesgo climático desde la agricultura.

Por lo tanto, el Cimmyt propone la implementación de sistemas integrados de prácticas sustentables como la Agricultura de Conservación -la cual aprovecha el rastrojo, en lugar de quemarlo, para mejorar la estructura y calidad del suelo- o la Milpa Intercalada con Árboles Frutales (MIAF) -particularmente útil para evitar la erosión en terrenos de ladera, como los que hay en gran parte de Chiapas-, acciones que, desde la agricultura, reducen el riesgo climático y contribuyen a lograr la seguridad alimentaria de las comunidades.

Los escenarios de cambio climático para Chiapas indican que los periodos de sequía más severos y extensos serán más recurrentes en toda la entidad, por lo que es conveniente promover prácticas sustentables y reducir así el riesgo de fenómenos catastróficos, especialmente en aquellos municipios donde se registran mayor número de incendios, como Venustiano Carranza, Ocosingo y Villa Corzo.