La producción de alimentos en México se enfrenta a la amenaza de los efectos del cambio climático y una profunda desigualdad en las capacidades productivas del campo. Un análisis del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) sitúa a Chiapas como un ejemplo de esta vulnerabilidad, donde la combinación de sequías más severas y una agricultura de subsistencia pone en riesgo la seguridad alimentaria de la región y del país.
El estudio, a cargo del investigador Irvin Rojas, identifica a Chiapas como un estado con un alto índice de vulnerabilidad a la sequía, un fenómeno que se proyecta se recrudecerá en las próximas décadas.
Esta escasez de lluvias impacta directamente a cultivos básicos para la dieta nacional como el maíz y el frijol, haciéndolos menos rentables y más riesgosos para los productores.
Falta tecnificación
Sin embargo, el problema es estructural. El análisis del CIDE incluye una regionalización de la producción de maíz blanco en el país, que agrupa a los municipios según su tecnificación y rendimiento.
En este mapa, Chiapas queda englobado en clústeres con “condiciones productivas claramente desaventajadas”. Esto contrasta de manera dramática con los clústeres de alta tecnología, como los de Sinaloa, donde se alcanzan rendimientos de hasta 12 toneladas por hectárea.
La raíz de esta disparidad se encuentra en la casi nula tecnificación del campo chiapaneco. El reporte detalla que en estos clústeres desaventajados hay un acceso “prácticamente nulo” a seguros agrícolas, con una penetración menor al 0.1 por ciento de los productores.
Sin créditos
El acceso al crédito es también muy bajo, alrededor del 2.5 por ciento, y el uso de maquinaria como tractores o fertilizadoras es mínimo. Esto condena a los agricultores a una agricultura de temporal de muy baja productividad, altamente dependiente de las condiciones de clima que el cambio climático está volviendo cada vez más erráticas.
Paradójicamente, el estudio señala que el sur y sureste del país, incluyendo a Chiapas, poseen un “potencial productivo” para cultivos básicos que ha sido desaprovechado. El Índice de Aptitud de la FAO utilizado en la investigación muestra que existen zonas en estas regiones con condiciones adecuadas para el maíz y el frijol.
Garantizar la disponibilidad de alimentos básicos, concluye el estudio, implica fortalecer la capacidad productiva de los agricultores en régimen de temporal, sobre todo de aquellos con limitado acceso a tecnificación, antes de que los efectos del cambio climático selle su destino.











