Los miles de restos de cangrejos endémicos de agua dulce recuperados en el complejo arquitectónico de la zona arqueológica de Palenque, dan cuenta de los gustos de la élite de la antigua Lakamha’, “lugar de las grandes aguas”.
Estos pormenores sobre la dieta que mantuvo la clase gobernante y sacerdotal derivan de la fase de análisis del Proyecto Conservación Arquitectónica y de los Acabados Decorativos del Palacio, en cuyas excavaciones se recuperaron ofrendas que se realizaron para inaugurar o clausurar construcciones dentro de este conjunto, en el auge de la urbe maya del periodo Clásico (600-850 d.C.).
El jefe de campo del proyecto, Carlos Varela Scherrer, especializado en los restos zooarqueológicos hallados en esos depósitos, dijo que son especies dulceacuícolas que proceden de los arroyos cercanos al sitio, entre ellos sardinas, langostinos y jutes.
Descubren depósitos
El equipo encabezado por el director del Proyecto Arqueológico Palenque, Arnoldo González Cruz, descubrió un par de depósitos. “En términos generales, logramos apreciar que estos depósitos son producto de eventos que se caracterizaron por el consumo y quema de alimentos y otros objetos, los cuales fueron colocados sobre oquedades excavadas en los pisos de ocupación y cubiertos de nuevo con rapidez, lo que permitió una conservación excepcional del material arqueológico”, detalla Carlos Varela.
Respecto a las quelas de cangrejo recuperadas en ofrendas conmemorativas, explica que la metodología para su estudio implicó la consulta bibliográfica y, sobre todo, su comparación con especímenes provenientes de los arroyos cercanos al sitio arqueológico, encontrando su coincidencia con Odontothelphusa palenquensis, identificada por los biólogos Fernando Álvarez y José Luis Villalobos en 1998, a partir de un ejemplar recolectado en el arroyo Motiepá, al oeste de Palenque.
En las muestras se identificó un total de mil 365 restos de cangrejo, de los cuales el 17.7 % quedó a nivel de la familia Pseudothelphusidae y 82.3 % a la Odontothelphusa palenquensis.
Por contexto, en la Casa C se registraron 455 elementos de la especie, de los cuales 32.5 % obedece a la quela menor y el 67.5 % a la mayor; mientras que en la Casa E se registraron 669, de los cuales el 78.3 % corresponden a la quela mayor y el 21.7 % a la menor. La preponderancia de la tenaza más grande parece obedecer a que es la parte del crustáceo con mayor cantidad de carne, que es la parte más deseada.
El investigador del Centro INAH Chiapas refiere que debido a la capacidad para reemplazar sus tenazas, el decápodo fue empleado como un marcador simbólico de regeneración, de ahí su presencia en depósitos que conmemoraban eventos en diversos recintos del Palacio.
En la actualidad, refiere, algunas comunidades choles y tseltales del Norte de Chiapas preparan grandes cantidades de alimentos en víspera de festividades como el Día de la Santa Cruz, para que al finalizar viertan los restos en huecos excavados para compartir con las deidades, tal como ocurría en la época prehispánica.