Como parte de las tradicionales festividades al santo patrono de Tuxtla, capitalinos y la comunidad zoque realizaron la tradicional ensarta de flor de mayo para adornar la ofrenda de San Marcos, en la catedral.
Tamales y pozol, una marimba al interior del palacio municipal, y en el exterior al unísono, son de tambores y pitos, amenizaron a quienes en su mayoría eran mujeres y hombres de edad, los cuales están dedicados y entretenidos en la ensarta de flor de mayo y joyonaqués.
En palabras del arzobispo de Fabio Martínez, desde la fundación de esta ciudad y la edificación de la catedral en 1560, los frailes dominicos eligieron a San Marcos como el protector de estas tierras.
Por otra parte, la cultura zoque, que es una de las más antiguas de Mesoamérica, mantiene desde épocas precoloniales las ofrendas de flor de mayo y ramilletes con hojas de mango, bugambilias y cortezas de árbol, como una esperanza agrícola en búsqueda de las buenas cosechas.
Los feligreses comienzan a apresurar el paso, pues tienen que llegar puntuales a dejar las ofrendas en la catedral.
Las manos van de prisa, las mujeres manipulan el hilo y las agujas, formando las guías con flores mayo en colores blanco, rosa y amarillo; los hombres se dedican principalmente a realizar los joyonaqués y a trabajar los palos de bambú. Aún así, las pláticas, risas y alegrías no se detienen.
Terminados los ensartes, peregrinan en procesión con rumbo a la catedral, donde monseñor Fabio recibe a los creyentes esparciendo agua bendita. Los tamboreos agilizan los sones al postrarse frente a la imagen de San Marcos, lo que da pie al ritual del adorno del altar.
Cientos de feligreses esperan el acto litúrgico, que comienza con el grito del arzobispo: ¡Que viva san Marcos, que viva Tuxtla!