Carnavales, expresión de la riqueza biocultural

Desde el 2015 a la fecha se ha identificado que entre los carnavales de Ocozocoautla, Tuxtla Gutiérrez, San Fernando y Copainalá se han incorporado al menos 146 especies de plantas y 34 tipos de animales, muestra de la riqueza biocultural del estado, destacó la investigadora de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), Gilliam E. Newell.

Investigadora

La investigadora por México del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) resaltó en su trabajo “Los carnavales zoques: una mirada biocultural”, que de los análisis y observaciones de estas manifestaciones, el 55% de las especies que se usan son nativas, 20 % naturalizadas y 18 % introducidos (del total, 7 % de las especies son desconocidas todavía, ya que el estudio se encuentra aún en proceso).

Estas plantas están presenten en los bailes y rituales que se realizan en fechas especiales y con una estrecha relación con la naturaleza, como “ciclos de la luna y sol, el clima y las estaciones, pero también con ciclos de historia, incorporando elementos humanos y naturales”.

La especialista resumió que “la visión biocultural consta de considerar cómo el ser humano se vincula con su entorno natural y artificial, y cómo nuestra sobrevivencia como especie radica en la medida de reflexionar, conocer y aplicar modos de vinculaciones entre el ser humano y la naturaleza, quien al fin del cabo no nos necesita, pero nosotros de ella sí”.

Explicó que a pesar de los desplazamientos mayas, mexicas, españoles y europeos, los zoques, que antes de la era cristiana han cultivado las tierras de la Depresión Central, montañas y áreas aledañas, “mantienen su visión y proyección biocultural que integra tanto elementos prehispánicos como componentes de todos los periodos posteriores, ya que ninguna visión o sistema de vida es estática en el tiempo”.

Cargos comunitarios

Los personajes, las comidas y bebidas, los altares o espacios sagrados, los discursos, la música y la transmisión cultural-ética presente en el sistema rotativo de cargos comunitarios se genera entre lo natural y humano.

Externó que ser y pensar bioculturalmente no se trata de retornar a un “pasado romántico”. Pues se trata de visualizar, conscientemente, una integración y equilibrio entre lo humano y natural, la memoria y la experiencia.

Gilliam expresó que en los enrames se recrea la carga y riqueza del pasado, se ofrece a los santos que son dioses, frutas y verduras locales; también es una ofrenda a la comunidad, una visión cíclica cargada de “espiritualidad, nutrición y comunidad”.

“Les invito a comprender y mirar el mundo más bioculturalmente, escoger por entender y familiarizase con las múltiples bioculturalidades que nos rodean en la pluriculturalidad de este país: México”, concluyó la investigadora.