Con los primeros rayos del sol iniciaron los rituales en los ojos de agua —las venas de la tierra— y los calvarios de San Juan Chamula, el último día de K’in Tajimoltik o Fiesta de Juegos en la que los tsotsiles de los Altos de Chiapas resguardan el milenario conocimiento mesoamericano.
La festividad se realiza desde antes del colonialismo, en los días previos al inicio de los ciclos agrícolas y de acuerdo al calendario vigesimal de los mayas. En la actualidad la celebración comienza cinco días antes del Miércoles de Ceniza.
En el último día de carnaval —como es llamado ahora—, los max (monos) abren camino alrededor de la plaza central para alegrar la vista y agudizar el oído a cada paso que marcan con la música tradicional del acordeón, guitarra, arpa y tambor. Lo hacen organizados por barrios: San Sebastián, San Juan y San Pedro.
Los atavíos de los max son llamativos, resalta el color rojo, y los adornan con muñecos de peluche y lentes oscuros, que algunos dicen que los usan a modo de burla. Otros max cargan con la piel de tigre que se usa para la danza de chilón: son pieles reales de ocelote (que simbolizan al jaguar) que llevan a cuestas con 13 cascabeles en dos líneas verticales sobre ellas.
Peculiaridad de la danza
La danza es ejecutada en honor a Yajvalel Vinajel o dueño del cielo, para fortalecer la relación entre la humanidad y la deidad, y se dice que para tener conexión esta debe estar colocada sobre la espalda.
Los max de todas las edades corren alrededor de la plaza por segundos con una ruidosa algarabía que se une a los sonidos que crean con cuernos de toro. Se detienen y continúan danzando al tiempo que azotan contra el suelo una especie de látigo elaborado con testículos de toro.
“Además es un abre camino; si no te quitas, un golpe de esos te puede hasta enfermar”, dice Héctor, una de las autoridades tradicionales.
En el recorrido, detrás de los max caminan sin prisa y ordenados por estatus los paxones, que son reconocidos como líderes tradicionales de cada barrio y la autoridad más importante durante la festividad.
Después de varias vueltas por la plaza, max y paxones se colocan frente al templo de San Juan Bautista, mientras otro grupo corre con banderas de estampados de flores y otros con montones de paja en mano con la que minutos más tarde construyen una especie de tapete que será usado más adelante para un ritual.
Minutos antes del mediodía, los paxones de San Sebastián oran en tsotsil y alineados frente al templo, bebieron pox y chicha, mientras los max se hidrataron con refrescos embotellados de la Pepsi y cervezas que fueron colocadas por cartones frente a los líderes tradicionales. A las 12:00 horas las campanas replicaron tres veces seguidas por varios minutos, mientras los músicos aguardaban.
Alrededor de las 2 de la tarde, la fiesta se concentró nuevamente en la plaza. Es el momento del ritual donde destacan las banderas floreadas y en este punto piden a los visitantes guardar cámaras y celulares.
Entonces da inicio el “salto al fuego”, cuando los paxones y max con las banderas sagradas cruzan corriendo de un lado al otro del camino de paja al que previamente prenden fuego en un acto de purificación.
A unas cuadras, y en puntos estratégicos, cada barrio aguarda con alrededor de 20 toros que son amarrados con lazos, que durante todo el día son resguardados por uno de los max. Uno a uno, los animales son sacados de los vehículos en que los trasladan. El toro es amarrado y sujetado por los cargos tradicionales que simulan jalarlo, pero en realidad es estimulado con los estruendosos sonidos de los azotes al suelo, además de recibir choques eléctricos para que corra alterados por las calles; mientras los max lo hacen alrededor de él.
Las mujeres, niñas y niños solo son espectadores, se suben a las azoteas y balcones para presenciar el espectáculo, incluso sobre el techo del edificio del PRI. Solo los niños pueden hacerlo y corren con los toros, a pesar de ser considerada una actividad de alto riesgo.
Los mismos max advierten y piden a habitantes y visitantes apartarse para evitar accidentes. Las lugareñas dicen que en otros carnavales ya hubo muertos y por ello buscan resguardo.
Muchos comerciantes entrecierran las puertas de los locales cuando escuchan los sonidos del animal y la adrenalina de los hombres que buscaban montarlo; así hasta el último bovino que es prestado para ese fin. Solo el primero de cada barrio fue sacrificado.
En la festividad no pueden participar las mujeres, aunque el paxón Rafael Gómez dice que desde su cargo sí lo hacen, aunque se notó la participación de un par de mujeres como max que no pertenecían a la población.
Los líderes tradicionales de cada barrio se reunieron frente a la parroquia de San Juan Chamula, oraron en tsotsil y bebieron pox, chicha y cerveza. En la actualidad, son personas trascendentes en el contexto espiritual, social y político del municipio. Pero ese día se olvidan de los colores partidistas, dijo Rafael Gómez, paxón de San Sebastián.
K’in Tajimoltik es la representación del conocimiento mesoamericano arraigado en San Juan Chamula, que se festeja de acuerdo al calendario vigesimal de los mayas, sistema calendárico lunar integrado de 18 meses con 20 días cada uno, que da como resultado 360 días.
Los cinco días restantes, el pueblo tsotsil agradece y da la bienvenida al nuevo año a través de rituales, sones, juegos, ceremonias, danzas, rezos y hasta sátiras sobre el colonialismo.
Este año la festividad comenzó el 17 de febrero y concluyó el martes 21, un día antes del Miércoles de Ceniza, “tiene relación con este conocimiento de la siembra y la cosecha, desde los cuales están agradeciendo precisamente a Jkuxlejaltik, es decir, la armonía que tenemos en el cielo y la tierra”, explicó Marcos Girón Hernández, antropólogo y director del Centro Cultural Zona Norte en San Cristóbal de Las Casas.
En la festividad multicolor resalta el rojo, “porque tiene significado la salida del sol y también se relaciona con la órbita de mercurio”, representan la visión de la naturaleza, precisó el antropólogo.
“Hay una representación del Popol Vuh, es decir, cuando los dioses crean el mundo platican, hablan, toman chicha (bebida de maíz fermentado); y crean al ser humano, crean al universo”.
En la festividad de este 2023, los líderes tradicionales de cada barrio se reunieron frente a la parroquia de San Juan Chamula, oraron en tsotsil y bebieron pox, chicha y cerveza. En la actualidad, los líderes tradicionales son trascendentes en el contexto espiritual, social y político del municipio.
Pero ese día se olvidan de los colores partidistas, dijo Rafael Gómez, paxón de San Sebastián.
“Creo que los pueblos siempre han sabido adaptarse al modelo del cristianismo y han podido mantener precisamente el conocimiento que tienen en la relación con la naturaleza y el universo y lo representan constantemente en sus rituales”, admiró el antropólogo.
Sobre la última actividad de la festividad, el investigador explicó que “se burlan del toro porque al final de cuentas vienen con la conquista, antes no había ganado vacuno”.
A propósito de las prohibiciones para documentar algunos momentos de los rituales, Girón Hernández recordó que el pueblo chamula es pueblo tsotsil que se resistió y se negó a aceptar la conquista, aunque en la actualidad existe más apertura, son celosos de sus saberes.